Un poema en prosa

En "Marigold y Rose", su primera incursión en la narrativa, Louise Glück relata el despertar a la vida de dos gemelas

M. S. Suárez Lafuente

Conocíamos a Louise Glück, nacida en Nueva York en 1943 y premio Nobel de Literatura en 2020, por su poesía, recogida en catorce libros entre 1968 y 2021 y por la que ha recibido multitud de premios literarios y doctorados "honoris causa" en Estados Unidos. "Marigold y Rose" es su primera incursión en el mundo de la narrativa de ficción, si bien ha publicado numerosos ensayos críticos y de pensamiento.

Las razones aducidas por la Academia Sueca para concederle el Nobel expresan sucintamente la esencia de "Marigold y Rose": "Una voz que, con su austera belleza, convierte la existencia individual en universal". Efectivamente, las gemelas univitelinas Marigold y Rose nos narran su despertar al mundo de manera paulatina en su primer año de vida. Leemos su voz, alternada y perfectamente sincronizada, siempre desde una mente ya humana, inteligente y abierta a una vida que desconocen y que las sorprende, obligándoles así a meditar sobre lo que aún contemplan como inconsecuencias de quienes les rodean.

El libro es breve; es una edición bilingüe que reparte ochenta páginas entre el inglés y su traducción al español. Pero en ese escaso medio centenar de páginas Glück nos obliga a reflexionar sobre las adherencias sociales que recogemos al vivir, sobre la importancia que concedemos al cómo nos perciben los demás y sobre cómo vemos y juzgamos nuestro entorno. En su poema "Nostos" (1996), Glück concluye con unas líneas aplicables a "Marigold y Rose": "Miramos el mundo una sola vez, en la infancia. / El resto es memoria".

En el retiro obligado de la última pandemia, Glück centró su mirada en la infancia de sus nietas gemelas y, a través de los vídeos de las niñas que le enviaba su hijo desde California, concibió "Marigold y Rose". En primer lugar, las niñas ya empezaban a darse cuenta de que había "un serio problema con las abuelas", o se morían o estaban muy lejos "para hacer comentarios favorables sobre sus mofletes o el dulce olor" de la piel de las nenas. Pero nadie les pedía a las mellizas su opinión, ni sobre las abuelas ni sobre ninguna otra cosa.

Y Marigold y Rose tienen opiniones, críticas, dudas y muchas preguntas que hacer; tantas que, mientras crecen, Marigold va atesorando ideas para escribir un libro y ansía llegar a esa vida adulta "con su enorme cargamento de palabras". Marigold corrobora lo que un poeta contemporáneo de Glück dijo de ésta, que para ella "las palabras son siempre escasas, cuesta mucho conseguirlas y no hay que desperdiciarlas". Así, Marigold, ante la aparente falta de lógica de los mayores, no puede menos que exclamar "qué poco sabemos".

Por eso, Marigold y Rose, que saben que son una unidad, el haz y el envés de la persona, la primera introvertida y desmañada, sociable y curiosa la otra, y que, juntas, podían abarcarlo todo, reaccionan de manera diferente a las palabras: mientras "Rose estaba aprendiendo a hablar, Marigold estaba aprendiendo a observar". Marigold admira las habilidades de su hermana, pero no comprende cómo puede comportarse así "sabiendo lo que sabemos".

Entre las cosas que saben destaca su discernimiento del tiempo, saben que a medida que aumente el número de palabras que conocen, irán ellas creciendo, "caminarán en lugar de gatear y desaparecerán los pañales y la abuela" y, al final, "todo desaparecerá", porque son "bebés humanos envejeciendo".

"Marigold y Rose" finaliza con las niñas en su cuna, después de la fiesta de su primer cumpleaños; Rose duerme plácidamente, mientras que Marigold busca palabras para definir su todavía corta vida. Ni "hace mucho, mucho tiempo" ni "(érase) una vez" le convencen, así que concluye sabiamente que "esto no es el final, es solo el principio".

marigold y rose

marigold y rose / cultura

Marigold y Rose

Louise Glück

Traducción de Andrés Catalán

Visor, 82 páginas, 12 euros

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