Oviedo, Mario D. BRAÑA

Eli López estaba tan ilusionada en vísperas de los Juegos Olímpicos de 2004 que difícilmente la realidad podría estar a la altura de sus expectativas. Y, sin embargo, cinco años después, la asturiana sigue recordando aquello como un sueño. Sabe que fue real porque todo lo que le ocurrió en Atenas durante tres semanas está minuciosamente explicado en un cuaderno. Es el diario de Elizabeth López Valledor, la primera jugadora asturiana de balonmano que puede presumir de olímpica.

El balonmano femenino español había tenido su primera experiencia en los Juegos de Barcelona-92, como país organizador, pero Eli y sus compañeras tuvieron que ganarse la plaza para Grecia. La consiguieron, como todo en aquella época de la selección femenina, de forma agónica, en el Campeonato del Mundo de 2003. Para estar en Atenas España tuvo que superar a la entonces campeona del mundo, Noruega, en la lucha por el quinto puesto. «Nos dejamos la piel y ganamos por un gol», recuerda Eli.

«Era mi sueño imposible», admite López, que ya idealizaba el olimpismo muchos años antes: «Cuando era juvenil me preguntaron para una revista del colegio qué foto me gustaría tener. Contesté que una en los Juegos Olímpicos». No tiene una, sino un montón de ellas. La mayoría, con su uniforme de calle del equipo español. Se la puede ver al lado de un jovencísimo Pau Gasol, o de la veterana tenista Martina Navratilova, o de una de las estrellas de la NBA, el gigantesco pívot Tim Duncan.

Sin necesidad de repasar sus notas, Eli López revive uno de los momentos clave de aquellos Juegos, la ceremonia inaugural: «Impresiona, sobre todo, en el momento de entrar al estadio, cuando pasas por un túnel y, de repente, te encuentras con aquel gentío, todo lleno de flases de las cámaras. Yo creo que se me pusieron todos los pelos de punta. Y me temblaban las piernas». Ni siquiera se le hizo pesada la espera. «Lo único de los Juegos que se me hizo largo fue el viaje, las dos horas en el avión. No paré, porque tenía unas ganas locas de llegar».

La convivencia en la Villa Olímpica también fue una agradable novedad para Eli. «Te tropezabas con los mejores de cada deporte, gente que poco antes ni te imaginabas que pudiesen estar tan cerca. Y, sobre todo, la sensación de formar parte de un gran equipo. De cruzarte con Carlos Moyá, por ejemplo, y saludarte al ver el polo de España».

Eli López se quedó con las ganas de ver la competición de gimnasia, pero sí asistió a una de las pruebas cumbre de cualquier edición de los Juegos: «Junto a unas compañeras de equipo vimos la final de los 100 metros lisos a la altura de la línea de meta y muy abajo. No teníamos entradas y tuvimos que colarnos. Fuimos de puerta en puerta hasta que logramos despistarlos con las acreditaciones».

Deportivamente, las cosas no fueron muy allá, pero Eli López volvió con el diploma olímpico por el sexto puesto: «Lo podíamos haber hecho mejor, pero pagamos un poco la novatada». Personalmente tampoco acabó «especialmente contenta», entre otras cosas, porque jugó poco: «La verdad es que mi compañera Maru lo hizo muy bien. Nunca puse una mala cara por no jugar. Al revés, lo prefería cuando hay alguien que está mejor». Lo volvió a demostrar hace unos meses, en vísperas de jugar el último partido de su carrera con el Sagunto: «Le dije a mi entrenadora que si me iba a poner por compromiso prefería no jugar. Al final me sacó unos minutos».

Elizabeth López sigue figurando en quinta posición del «ranking» de internacionalidades (171), pese a que en 2006 renunció tras un malentendido con el entonces presidente de la Federación, López Ricondo. Un final voluntario al que después se unió la lesión de cadera que precipitó su retirada. Ahora está a la espera de destino para ejercer la docencia como profesora de Educación Física en la Comunidad Valenciana, donde reside desde que con 18 años abandonó Gijón, la ciudad que considera suya y a la que vuelve en fechas como ésta, aunque en su DNI figure París como lugar de nacimiento por motivos laborales de sus padres.

De vez en cuando, le gusta echar un vistazo a su diario olímpico «para recuperar aquellas sensaciones» que vivió en Atenas. Incluidas las de la ceremonia de clausura, que disfrutó como lo que es, un fin de fiesta mucho más espontáneo que la apertura: «No tiene nada que ver con la inauguración, nos los pasamos muy bien bailando hasta el final. Era consciente de que no iba a volver a vivir aquello nunca más. Soy llorona, pero aquella noche aguanté». Pese a la diferencia horaria, el año pasado siguió los Juegos de Pekín casi con la misma ilusión que cuando era niña y soñaba ser protagonista. Un sueño cumplido.

Elizabeth López Valledor

Nació el 27 de enero de 1975 en París. A los 10 años se fue a vivir a Gijón, donde empezó a jugar al balonmano en el Colegio Manuel Rubio, del que pasó al Balonmano Gijón. En 1993 fichó por el Valencia Urbana (Ferrobus) y después por el Mar Valencia, en el que jugó hasta 2009. Con sus clubes ganó una Recopa, una Supercopa de Europa, una Supercopa de España, cinco ligas, cuatro copas de la Reina y tres copas ABF. Fue internacional absoluta en 171 ocasiones. Participó en los Juegos Olímpicos de Atenas, logrando diploma (sexto puesto). Oro en los Juegos Mediterráneos de Almería 2005 y plata en los de Túnez 2001. Se retiró al final de la pasada temporada y reside en Valencia, donde espera ejercer de profesora de Educación Física.