Gijón, Nacho AZPARREN

Los ídolos también surgen en los momentos duros. En los años de esplendor la tarea más sencilla es elegir a los héroes. Todo son buenas palabras y alabanzas y el aficionado se suma fácilmente al encumbramiento de aquellos que han hecho posible un sueño. Pero, ¿qué ocurre en los momentos malos? ¿A qué debe agarrarse el aficionado?

Algo así debió pasar por la cabeza del socio sportinguista en la temporada 2007-08. Con el equipo vagando durante una década por Segunda, alejado de la élite del fútbol patrio y esperando un milagro que le devolviera al primer plano del panorama nacional, surgió algo en lo que creer. Un murciano de nombre Kike Mateo, robusto como un espartano en su fútbol y en su carácter, se echó el equipo a la espalda y con sus doce dianas volvió a dejar a los rojiblancos en el lugar que le corresponde por historia: la Primera División.

Ahora, dos años después de lograr la gesta y con un papel más residual en el juego del equipo, Kike Mateo dice adiós al Sporting y encara una nueva etapa de su vida lejos de El Molinón. A la una del mediodía, el murciano recibía la confirmación oficial por parte del director general del Sporting, Alfredo García Amado y, tras despedirse del presidente Manuel Vega-Arango, hacía lo mismo con los aficionados sportinguistas a través de los medios de comunicación. «Quería a agradecer a todos los estamentos del club el trato dispensado en estos tres años. Siempre he cumplido con el Sporting y ellos lo han hecho conmigo», explicó. Sin llegar a las dosis emotivas del día anterior con Gerard, el discurso de Mateo estuvo impregnado de gran emoción cuando se refirió a la afición: «La gente de Gijón siempre ha estado conmigo en los buenos y en los malos momentos. Aquí he alcanzado mi objetivo que es jugar en Primera División y tener a un campo entero cantando mi nombre. Muchísimas gracias por dejarme vivir este sueño». Y añadió: «No ha habido muchos futbolistas en el fútbol mundial que se hayan llevado las ovaciones que yo he escuchado aquí. Me llevaré en el corazón a esta afición y a toda Asturias porque me han tratado fenomenal, tanto a mí como a mi familia. Ni escrita en un libro se encontraría una historia tan bonita como la que yo he vivido». Tres años de éxitos dejan muchas imágenes para el recuerdo, por eso se hace difícil elegir la más bonita, pero el murciano no duda: «Nunca olvidaré el día del ascenso cuando el autobús enfiló la playa de San Lorenzo y vimos aquella cantidad de gente. En ese momento me di cuenta de la gesta que habíamos logrado».

El futuro inmediato aún le es desconocido. Promete que descansará en verano hasta que haya ofertas en firme por él. Pero sí tiene clara una cosa: su sitio está en Primera. «Me encantaría volver a El Molinón para volver a escuchar el "¡Eo, eo, eo, Kike Mateo!"».