Turón, Mario D. BRAÑA

Hace casi quince años, cuando tuvo que cambiar el Pozo Entrego por el Santa Bárbara, Aquilino Menéndez se convirtió en un reactivo del mundo deportivo del Valle de Turón. Puso sus conocimientos de balonmano al servicio de las niñas del colegio de La Salle y, con la ayuda directa de Jorge Cagide, ha acabado con el monocultivo futbolístico. Desde 1986, esta pareja de entusiastas ha formado a un puñado de buenas jugadoras y, sobre todo, han ayudado a los padres a apartar a las jóvenes de otras distracciones no tan saludables.

Aquilino Menéndez Martínez (El Entrego, 13-2-60) hizo mucho deporte y se decantó por el balonmano «porque era el que más me llenaba». Llegó a entrenarse con el Naranco, pero no pudo dar el salto, entre otras cosas porque desde los 19 años empezó a bajar todos los días a la mina, en el Pozo Entrego. Aguantó hasta que un traslado laboral le llevó al Pozo Santa Bárbara, en Turón. Y pasó sin ningún trauma de la cancha al banquillo.

«Aquí sólo había fútbol sala», expone Menéndez para dar idea de sus inicios en el colegio La Salle. Sólo contó con el aliento y el apoyo de los padres, especialmente de Jorge Cagide Galán (Turón, 19-3-61), que se convirtió en su mano derecha: «Tuvimos una reunión con el director para empezar a trabajar con las crías, pero el colegio nunca puso un duro. Como mucho adelantaba un dinero para la equipación y los balones que después devolvían entre todos los padres. Y tuvimos que encargarnos de asfaltar y pintar la cancha».

El balonmano era un cuerpo tan extraño en la zona que Aquilino y Jorge formaron su primer equipo contando una mentirijilla: «El primer año juntamos 16 niñas diciendo que era para jugar al fútbol sala». El cebo funcionó, hasta consolidar una tradición que obligó al traslado al polideportivo, en 2003, y tres años después al IES Valle de Turón. «La dirección del Instituto y la APA nos dieron todas las facilidades. Y ahora vamos a inaugurar el polideportivo, con una sola pega, que no tiene vestuarios».

Jorge Cagide Galán (Turón, 19-3-61) era uno de los padres que buscaron para su hija una alternativa al fútbol y dio un paso más, implicándose como nadie con Aquilino, que le enseñó casi todo lo que sabe de balonmano, aunque también buceó en internet. «Me ocupo básicamente de las porteras y le echo una mano a Aqulino en lo que puedo, siempre que sean pequeñas. El equipo juvenil ya me sobrepasa», admite Cagide.

Prejubilado del Pozo Santa Bárbara, como Aquilino, ahora Jorge Cagide puede dedicarle más tiempo al balonmano, superando momentos de desánimo: «Estos dos últimos años fueron todo zancadillas desde el Ayuntamiento e incluso tuvimos que hacer la pretemporada en el Parque. Colaboramos a que el polideportivo no se cayese». Por eso, Aquilino y Jorge han tenido más de una vez la tentación de arrojar la toalla, «pero después de los dos meses de verano siempre volvemos, entre otras cosas porque no hay relevo», añaden.

Los resultados también animan, con un subcampeonato de Asturias y un título del Torneo Federación. Pese a la escasez de materia prima en una zona que no deja de perder población, los equipos turoneses ya plantan cara a los grandes clubes asturianos, que recogen los frutos del trabajo de Aquilino y Jorge. El juvenil es filial del Balonmano La Calzada de Gijón, mientras que al IES Valle de Turón llegan jugadoras de Laviana y Mieres, «aunque la mayoría son de aquí».

Aquilino asegura que su principal labor es de captación: «Al principio, a ninguna le gusta el balonmano, pero después se enganchan». Entre otras cosas porque todas tienen sus minutos, al margen de su capacidad. De sus inicios a la actualidad, Aquilino y Jorge notan diferencias: «Antes venían a entrenarse como fuese. Ahora cualquier excusa les vale».