Clemente llegó al Sporting con el equipo en descenso y con el objetivo de revertir la situación. Su objetivo primero, quitarles el miedo a los jugadores y darles confianza para que puedan rendir lo que deben y no estar mermados futbolísticamente por la situación en la tabla. Hablar claro y directamente a cada uno, empezando por los líderes del vestuario rojiblanco, son las primeras armas para convencer a todos.

Corregir posiciones y, sobre todo, que cada jugador sepa las cuatro cosas claves de lo que quiere en el juego es a lo que dedica los entrenamientos. La mayoría de veces realizando acciones con los atacantes y disparando mucho a puerta y también buscando que los centrales sean contundentes y que estén bien colocados. No les quiere meter prisa en las sesiones y, como cree que el equipo físicamente está preparado, no les agobia.

Todo lo contrario, entrenar con el balón es su máxima y buscar que los jugadores disfruten, pero repitiendo que hay que realizar bien sus órdenes y que las tengan mecanizadas.

Clemente descarta trabajar fuerte en el gimnasio en esta parte final del calendario porque no quiere que los jugadores hagan pesas o que se rompa el equipo. Otra cosa es que algún jugador que venía realizando gimnasio por su cuenta siga en parte con esa preparación, pero sin pasarse. Los jugadores es posible que vayan a la instalación a realizar estiramientos como ayer por la tarde, en una sesión que convocó a última hora.

Clemente tiene mentalizados a sus jugadores en la necesidad de trabajar bien en cada sesión, pero su aspiración primordial es que lleguen frescos física y mentalmente para reventar corriendo y peleando en el partido de cada fin de semana Dejarse la piel en el campo es el mensaje que ya tienen todos los futbolistas.

La palabra «mingafría» figura en el vocabulario de Clemente desde hace muchos años. La utilizaba, más que la utiliza, para definir a un futbolista de calidad que puede dar mucho más y no se entrega tanto. El de Baracaldo «castigó» a muchos jugadores en los equipos que pasó por tener esas lagunas de falta de lucha, empezando por Sarabia en el Athletic Bilbao y siguiendo por Lauridsen en el Espanyol.

Luego lo repitió por los otros equipos donde estuvo e incluso en la selección española, en la que prescindió de los componentes de la Quinta del Buitre. Un caso de éstos podría repetirse en el Sporting con Trejo. Es mayoritaria la opinión de que el fichaje del pasado verano tiene calidad y desborde para dejar plantado a un rival en una genialidad, pero que luego es capaz de pasar 20 minutos como si no estuviera jugando.