A Joaquín del Olmo la destitución de Granero le sorprendió en pleno proceso de adaptación. La idea del Grupo Carso era que su asesor se tomara los primeros meses en el Oviedo para un amplio conocimiento de la entidad. No es que se diera la temporada por perdida, pero se entendía que la reestructuración requería unos tiempos. De hecho, se intentó que su llegada fuera secreta al menos durante la primera semana, pero LA NUEVA ESPAÑA desveló el fichaje y los plazos se acortaron. También pesaba la idea del propio Del Olmo: quería que sus pasos iniciales en el club ayudaran a celebrar el ascenso en junio. Nada de probaturas. Por eso, con la prisa acuciante de tener que elegir un entrenador, Del Olmo tiró de su vieja agenda. Leo Beenhakker, con el que había coincidido en el América de México y en el Vitesse, era su opción preferida para dirigir al Oviedo. El holandés rechazó la oferta y Roberto Robles asumió el mando. Ahora, el representante de Carso se enfrenta a una situación similar. La llegada de un entrenador de renombre o la continuidad de Robles son las dos únicas opciones sobre la mesa.

Los problemas no son nuevos para Del Olmo. En febrero, ya se encontró con dificultades para convencer de las bondades de un proyecto en Segunda B. Beenhakker -exentrenador del Madrid, Ajax y la selección holandesa, entre muchos otros- trabajaba como director deportivo del Sparta de Rotterdam y no terminó de ver claro su regreso a los banquillos. En la mente del mexicano rondaba la idea de plantear un modelo típico inglés en el que Beenhakker actuaría como mánager y Robles, otra de las piezas importantes en el puzle, como entrenador en el día a día.

Pero Beenhakker no dio el paso. "Tengo 71 años y soy realista. Después de una carrera tan larga, le dije a Joaquín que no me veía saliendo de nuevo a una cancha", cuenta meses después el holandés a LA NUEVA ESPAÑA a través del teléfono. Las conversaciones se alargaron algo menos de una semana, con Robles ya como entrenador interino. "La única duda que tenía se debía al entusiasmo de Joaquín con la idea. Él sabe cómo manejo un equipo, pero por mi situación personal era imposible ir al Oviedo. Me gusta involucrarme con los proyectos y pasarme 24 horas en el club, pero eso a estas alturas es imposible. Quizás algunos años antes...", confiesa Beenhakker. Carso había aprobado, días antes, el coste de la operación.

Cuando el holandés rechazó el cargo, Del Olmo optó por activar el plan B y darle la alternativa a Robles, un técnico del que se enamoró desde que le vio en acción con los juveniles. Cuentan en El Requexón que en uno de los primeros contactos del mexicano con Robles la afinidad quedó demostrada. "Tú, ¿qué titulación tienes?", le preguntó al gijonés con su habitual tono distendido, según un testigo de la escena. El mexicano había subrayado el nombre de Robles en su libreta como seria alternativa en el futuro.

Los días posteriores a la destitución de Granero le sirvieron a Del Olmo como curso acelerado de lo que significa el Oviedo. El volumen de ofrecimientos para el banquillo fue tal que algunos empleados del club recibieron currículum de entrenadores en sus cuentas de Facebook. Unir el nombre de un técnico a un proyecto de Slim es un plato de muy buen gusto. Algunas opciones llegaron apadrinadas por gente con cierto trato con Carso, como la de Diego Cagna, entrenador argentino. Pero Del Olmo lo tenía claro: si Beenhakker decía que no, Robles se haría cargo de la plantilla.

La encrucijada tiene ahora tintes muy similares a los de entonces. Sólo un entrenador de prestigio le haría apostar fuerte por alguien de fuera. Si no, la opción de Robles sigue teniendo la fuerza suficiente como para vivir una segunda parte. Al margen del resultado final en la Liga, quinto, Del Olmo hace una valoración positiva del paso del joven técnico por el banquillo.

Ahora se baraja un par de opciones, además de la de Robles. Una de ellas llega desde México. Algunas de las condiciones que echaron atrás la llegada de Beenhakker vuelven a aparecer: es muy difícil convencer a un técnico de pedigrí sobre un proyecto que arranca en Segunda B. Aunque Carso pueda echar una mano con el sueldo.

Del Olmo no pierde la calma. Ha trazado una guía a seguir y cuenta con el respaldo de un grupo poderoso. Sabe que el futuro del Real Oviedo pasa por abandonar cuanto antes Segunda B, pero conoce las dificultades de la tarea. Después, piensa, todo será más sencillo. "Mi jefe no se conformará con ser un equipo más en Primera", ha dicho en alguna ocasión. Pero antes toca salir del pozo. Y el nombramiento del entrenador es un paso esencial para empezar la escalada con garantías.