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Una semana de pasada

Olmo Maroto lo entenderá algún día

El Real Avilés, ese club tan grande por historia como empequeñecido ahora por las interminable miserias de su dueño, tuvo el pasado jueves a través de su página web un ejercicio de autocrítica inaudito. Olmo Maroto, su segundo entrenador -aunque el autor de la entrevista no lo especifique en ningún lado- se atreve a decir: "Comprendo perfectamente la desaprobación o la crítica hacia la gestión y los malos resultados deportivos, pero no comparto la decisión de muchos aficionados de dejar de lado a sus deportistas, la mayoría chavales de Avilés criados en las diferentes canteras de la comarca, o venidos algunos de muy lejos para intentar labrarse un futuro dentro del fútbol". Alguien debería de recordarle a Maroto lo que ha pasado en los últimos años en el Avilés y la verdadera causa de que los aficionados hayan dado la espalda al club y al equipo. Que le pregunte a José María Tejero qué ha hecho para retenerlos en el Suárez Puerta, ese estadio que está en el origen del gran interés del empresario por el fútbol y por el Avilés. Aunque ahora navegue por la mediocridad de la tabla de Tercera División, el Avilés sigue siendo una sociedad anónima, en la que una persona hace y deshace a su antojo, casi siempre para mal. Salvo sorpresa o cambio de rumbo inesperado, Olmo Maroto lo sufrirá en sus propias carnes, si no lo ha hecho ya. Entonces quizá entienda un poco mejor a los "desertores".

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