Crónica de la victoria (83-66) que garantiza la permanencia del OCB: El Alimerka Oviedo Baloncesto es de Oro macizo

El equipo asturiano hace ante el TAU Castelló uno de sus mejores partidos del curso, logra la permanencia y celebra a lo grande la retirada de la camiseta de Arteaga

Adrià Domenech machaca durante el partido ante el TAU Castelló. |

Adrià Domenech machaca durante el partido ante el TAU Castelló. | / Julián Rus / OCB

Antonio Lorca

Antonio Lorca

Alimerka Oviedo, 83-TAU Castelló, 66

Cuartos: 18-18; 23-16; 23-21; 19-11

Árbitros: Sandra Sánchez, Javier Ávila y Fernando Ibáñez. Sin exclusiones.

Polideportivo de Pumarín: Lleno. Chuso González no pudo jugar el partido por una sanción.

Es difícil que algo se caiga cuando los cimientos son sólidos, por muy fuerte que sople el viento, como lo ha hecho esta temporada, en la que la lesión de Oliver Arteaga, a cuatro jornadas del final, directamente derribó el tejado del edificio, dejando a sus ocupantes a la intemperie. Pero de ahí, del sufrimiento, de las derrotas más duras, sacó el Alimerka Oviedo Baloncesto fuerzas de flaqueza y el partido que necesitaba en el momento adecuado para acabar bien lo que empezó terriblemente mal. El OCB seguirá la próxima temporada en la LEB Oro y Pumarín lo celebró a lo grande, en un día emotivo, especial, de los que difícilmente se van a olvidar por la retirada de la camiseta de su gran capitán, Oliver Arteaga.

Aficionados del OCB celebran una de las canastas. | Julián Rus / OCB

Aficionados del OCB celebran una de las canastas. | Julián Rus / OCB / Antonio Lorca

Esta permanencia es algo tan importante como algunos de los mejores triunfos que ha logrado el club. Y es que los éxitos que puedan venir en el futuro se construyen con risas y también con lloros, como los que se han acumulado esta temporada.

El partido del Oviedo Baloncesto este sábado ante el TAU Castelló tiene un mérito enorme, el de nueve jugadores que se olvidaron de todas las miserias pasadas y recordaron a tiempo que son buenos jugando a este deporte, bastante mejores de lo que pareció en muchas fases de la temporada. En Pumarín se vio al mejor Fabio Santana, a un espectacular Adrià Domènech, a un Pruitt que por fin encontró un par de triples seguidos, a un buen Peñarroya, a un sobreexcitado Marc Martí que supo atemperarse y ayudar al equipo, a un Romeo Crouch valiente, a un Clevon Brown con un poderío físico descomunal, a un entregado Thorir Thorbjarnarson y, sobre todo, a un arma que había pasado desapercibida, Durand Scott, que demostró que tiene una clase descomunal y que esperó el momento adecuado para dejarlo bien claro.

Lo único malo del encuentro fue el principio, unos primeros minutos en los que pareció que el equipo estaba superado por la tensión, por el deseo de ganar y acabar con la pesadilla en la que se estaba convirtiendo el final de esta temporada. Stutz, su arma más poderosa en ataque, comenzó anotando y un par de pérdidas de Thorbjarnarson dispararon la renta a siete puntos (2-9) cuando se habían consumido algo más de cuatro minutos del partido. Por si fuera poco, Martí había hecho ya dos faltas personales. Nada bueno había pasado cuando Guillermo Arenas paró el partido.

Un tiempo muerto que supuso un reinicio completo. A continuación, un tapón de Clevon Brown y una acción de dos más uno de Peñarroya levantaron a un polideportivo de Pumarín que estaba a reventar y que entendió que también le tocaba hacer una parte del trabajo. Los dos triples seguidos de Pruitt y una canasta de Durand Scott pusieron por encima al OCB (12-11) y obligaron a Juan Antonio Orenga a parar el partido. El choque se fue decantando por el enorme esfuerzo defensivo del OCB, que intentó evitar que los interiores rivales, más grandes, recibieran cerca del aro, sabedores de que eso significaba canasta para el rival. El acierto, escondido todo el año, apareció y eso les sirvió para ir aumentando la confianza y la fe en que se podía ganar.

Al segundo cuarto se llegó con empate a 18 y con un polideportivo de Pumarín cada vez más metido, protestando cada acción y animando tras cada error. Ese aliento les sirvió para coger la iniciativa en el marcador, Martí vio la tercera al precipitarse en un ataque y Domènech respondió a la responsabilidad que eso suponía para él. Un triple suyo disparó la renta local a siete puntos (39-32) a 1.21 del descanso y forzó otro tiempo muerto del rival.

Y con siete de ventaja (41-34), y mucho trabajo por delante, comenzó el OCB el tercer cuarto. El equipo asturiano respondió al intercambio de golpes, se fue a diez (50-40) con otro triple de Domènech y Castelló redujo la ventaja a seis (50-44) con un par de buenas canastas del peligrosísimo Stutz. Pero el OCB llegó a este partido sabiendo que eran 40 minutos de esfuerzo y supo surfear esas pequeñas crisis. Scott, que al fin y al cabo es un veterano con muchos kilómetros a las espaldas, se sintió cómodo en esta situación y sumó en momentos importantes. El último acto llegó con nueve de ventaja para los locales (64-55) y con una sensación de que estga vez sí, por fin, era el día de celebrar, de llevarse una alegría que tantas veces se escurrió entre las manos.

Aún hubo que remar, pero Santana se puso a los mandos de la nave para confirmar que se acertó trayéndolo de vuelta. Un triple de Thorbjarnarson a 5.42 (72-61) empezó a enterrar las opciones del Castelló de jugar play-off y comenzó una fiesta que ya no se pudo parar. El mejor homenaje que jamás hubiera imaginado una leyenda que ya tiene su número 12 en la paredes de Pumarín. El del eterno Oliver Arteaga.

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