Consumido un puñado de días de la Eurocopa de las mil sedes, el segundo torneo en importancia del “ring, ring, caja” de la UEFA se parece más a una crónica de sucesos que a lo que viene siendo una cita de prestigio. Busquets, “Busi” para colegas y demás familia, cae por culpa del covid; Eriksen da el susto de su vida y un aficionado se estampa contra el suelo en el Inglaterra-Croacia.
El colapso del danés, que se queda en un aviso de los gordos, ha sacado a la superficie a todos esos que pululan por las redes que lo mismo hacen la mejor tortilla del mundo, desentrañan la fusión en frío o te explican en tres segundos el sentido de la vida. Ahora el debate se centra en la indecencia que es utilizar las imágenes del desmayo de Eriksen para ilustrar la información de lo sucedido. La cosa va más allá de lo políticamente correcto: no se quiere ver nada en la pantalla amiga que pueda atragantar a los nuevos Torquemada su batido probiótico.
La cosa va más allá de lo políticamente correcto: no se quiere ver nada en la pantalla amiga que pueda atragantar a los nuevos Torquemada su batido probiótico. Hay que cambiar el final de “Bambi”
Hay que cambiar el final de “Bambi” para evitar traumas y desterrar del catálogo las películas de un fascista como John Ford. Lo que mola es ver a una pandilla de primates depilados y vigoréxicos comiendo a puñados directamente de la olla no se sabe el qué. ¡Viva la evolución! Y ojo, que ahí llega el estreno de la España sin Ramos. Lo que nos vamos a reír.