Llega el calor y los ritmos parecen ralentizarse en el Celtiberia show astur del balón. El fin de semana avanza y el Oviedo no acaba de tomar una decisión sobre el nuevo director deportivo. Por nombres, ternas y quinielas que no quede. Algo que sorprende dado que una de las reglas de la casa azul –puede decirse que a nivel de doctrina de la Iglesia– es la de controlar cualquier tipo de filtración.
Es casi una obsesión, tal vez la única. Y eso que se trata de una de las herencias de la etapa de JDO, al que está prohibido nombrar en los sacrosantos lugares azules. Pero, a pesar del gusto por sellar grietas y fugas de información, el torrente de nombres de los que gustan hoy pero no mañana para luego volver al principio es interminable. Así que paciencia, papel, lápiz y goma de borrar para ir poniendo y quitando candidatos de la lista según proceda.
Mientras, a 28 kilómetros, se espera con fruición que la semana empiece rápido para conocer si finalmente el II año de la era de Javi Rico arranca con el fichaje de Christian Rivera. Cuentan maravillas de la calidad del chaval. No así de su carácter, por lo que se supone que habrá alguien en el Sporting dispuesto a controlar la fuerza del purasangre cuando se encabrite.
Son tiempos para fallar poco, que el dinero no sobra. Sirvan como ejemplo el Barça y el Real Madrid. Laporta, cansado de picar y de que le cerraran la puerta en las narices sus elegidos para el banquillo, se ha quedado con Koeman. Y el tito Floren ha tirado de Ancelotti. ¡A saber cómo estarán esos balances contables! Mete miedo.
