Opinión | Entre líneas

Tibios

La reflexión tras la derrota del Oviedo en Valladolid

El partido de Pucela lo reunía todo, con dos equipos llamados a pelear por el mismo objetivo, ambientazo en las gradas, con más de dos mil aficionados azules, presentes un viernes y en pleno temporal en el José Zorrilla y la seguridad de que, quien ganase, pasaría la semana en puestos de play-off. Salió cruz y tras veintiocho jornadas de liga, los carbayones siguen sin pisar en ningún momento esos puestos de privilegio.

Carrión comentó en rueda de prensa que habían estado tibios. Su equipo al margen de marcadores positivos o no, siempre estuvo lejos de la tibieza, presentando valentía, atrevimiento e intensidad como carta de presentación. El viernes faltó atrevimiento con balón, incapaces de superar la presión alta vallisoletana, aspecto que no aliviaban quedándose el balón y dando aire al equipo los jugadores más adelantados azules.

Pero también sobre todo hubo tibieza en situaciones defensivas. Como prueba el primer gol, dieciséis pases del rival, varios de ellos en las inmediaciones del vértice del área, concediendo demasiado tiempo y espacio. El segundo, con una contra mal defendida en el segundo palo. El tercero, fruto de un mal inicio de juego del Oviedo, terminaba de manera definitiva con las esperanzas azules.

Poco mereció el equipo, pero sería injusto dejar de reconocer que con todo, la efectividad fue otra de las claves. Las claras ocasiones de Alemão y Moyano hubiesen podido cambiar el partido. Pero en el fútbol como en la vida, lo que pudo haber sido y no fue ya importa poco. Perder un partido duele siempre, hacerlo siendo un equipo irreconocible es posible que duela incluso más. Momento de hacer autocrítica en las intimidades de El Requexón, de ajustar matices, de recuperarse y volver a ganar tras derrota como los equipos grandes suelen hacer.

Subrayo que este texto no es una crítica al equipo que, personalmente me está ilusionando por su manera de hacer, sino exclusivamente a lo visto el pasado viernes. Sucede habitualmente en este bendito deporte, que un partido muy malo resetea al equipo que lo sufre, valorando internamente actitudes previas y propiciando la vuelta a esos valores.

"Queda totalmente prohibido ser tibio” podría ser el enunciado de uno de esos carteles que decoran paredes y que encajaría perfectamente en nuestro vestuario de e El Requexón, básicamente porque al margen de mejores o peores resultados, el Oviedo ha demostrado capacidad para jugar como el míster plantea y porque a los aficionados nos hace sentir orgullosos.

Empiezan a llegar los partidos decisivos catorce jornadas que una a una irán marcando objetivos. El sábado el oviedísmo fiel volverá al Carlos Tartiere. Ser dueños de nuestra historia y amarnos a nosotros mismos en ese proceso es lo más valiente que jamás haremos. Con todo y ante todo.

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