Opinión | Entre líneas

Mi medio partido

El pasado domingo, por primera vez y después de casi cinco décadas acudiendo a los dos Carlos Tartiere, me tuve que ir del partido en el descanso por motivos inexcusables. Pregunté al entrar que si podía salir por mi puerta al descanso. Me contestó un chico algo confuso que sí, pero que no podía volver a entrar. Me pareció lógico, esta no era una de mis tardes noventeras en la sala Whippoorwill de Oviedo, donde te colocaban un sello con el que, si el portero le ponía un poco de empeño, podías ir perfectamente aún a clase el lunes con él en el dorso de la mano. Disfrute cada minuto de ese primer tiempo como si fuese ya el segundo, con un Oviedo dominador, ante un rival replegado, timorato y con nula sensación de peligro. Gol de Seoane de vaselina con la testa. "Os dejo el partido encarrilado", comenté a mis vecinos de asiento, todos ellos ajenos a modas, resultados, horarios o meteorologías.

Siempre fieles. Salir del estadio y dejar dentro a 21.974 personas no me resultó nada fácil. Ya en el coche, bendita radio. "No me gusta lo que veo, el partido se está poniendo peligroso", comentaba el narrador. Lamentablemente tenía razón, y ya en la cantina de Villarea, vi el que para mí es el gol más doloroso encajado en el presente curso. Y lo es por la ilusión que despertaba el partido, por lo que hubiese supuesto y por el minuto en el que se produjo. Si no llegan a marcar los burgaleses en los minutos finales, el partido hubiese sido efectivo y práctico, nadie se hubiese acordado de las bajas, de lo imprescindible que es El Mago, ni tampoco de los cambios realizados que hubiesen pasado desapercibidos. Pero una sola acción en el fútbol lo cambia todo y cientos de capitanes, a posteriori, salen a decir lo que había que haber hecho.

Miedo a ganar, hermano del miedo a perder y primos de la falta de ambición y del miedo escénico. Quien sabe cuál fue la causa, quizá una mezcla de todo unido a una mala interpretación táctica. Simplemente fútbol.

Oportunidad perdida, exactamente igual que la semana pasada fue ganada. A siete jornadas del final en puestos de play-off y a tiro del ascenso directo. ¿Alguien no lo hubiese firmado en agosto y mucho más en octubre con el equipo en puestos de descenso?

Disfrutemos del camino que, como todos los exigentes, tiene muchas dificultades. Pero es el momento de que todos rememos en la misma dirección; ya llegará el momento de las valoraciones finales. Vayan a Cartagena a ganar. Si no lo hacen, los de siempre, ajenos a modas, resultados, horarios o meteorologías seguiremos estando aquí. Pero si ganan y se logra el objetivo, no lo olvidarán jamás. ¡Vamos Oviedo!