Barcelona

El secretario de organización del PSC, José Zaragoza, apuntó ayer que las obras del trasvase del Segre podrían empezar dentro de «una semana» o «una semana y media», mientras que el presidente catalán, José Montilla, negó que la opción de hacer un trasvase del Ródano esté en la agenda del Gobierno central, informó «Efe».

Zaragoza dijo que «Madrid tiene la competencia para dar permiso para que pase el agua», pero «no sobre hacer la obra» del trasvase, que, según el dirigente socialista, podría empezar en sólo unos días, lo que supondría iniciar los trabajos sin haber llegado a un acuerdo con el Gobierno.

«El Gobierno catalán garantizará que haya un grifo, y entonces, cuando llegue el momento y falte agua, a ver quién dice que no a que aquel grifo que está conectado se pueda abrir», afirmó Zaragoza, sugiriendo así que el Gobierno no podrá negarse al trasvase del Segre una vez que estén ejecutadas las obras.

Por su parte, el presidente de la Generalitat, José Montilla, en una conversación telefónica con el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, aseguró que el trasvase del Ródano, opción que defiende CiU, no está «en la agenda» ni del Gobierno catalán ni del central, y que el presidente del Gobierno en funciones, José Luis Rodríguez Zapatero, sólo aceptó estudiarlo por «cortesía» con la Federación nacionalista.

El posible trasvase del Ródano fue tratado también por el secretario de organización del PSOE, José Blanco, quien dijo que el Gobierno tiene el deber de estudiar cualquier propuesta que se ponga sobre la mesa para solucionar la sequía, como es el trasvase de las aguas del río francés, aunque advirtió que no es la solución que necesita Barcelona.

La búsqueda de soluciones a la escasez de agua motivó ayer que los alcaldes de los 33 municipios del área metropolitana de Barcelona hicieran público un manifiesto en el que piden que se traiga agua «sea de donde sea». El líder de CiU, Artur Mas, advirtió de que sólo apoyará la interconexión con las cuencas del Ebro cuando se haya conseguido previamente un consenso en el territorio, condición que calificó como «sine qua non».