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Cuando Mapi regresa con sus padres y su hermano a Gijón, pasa largos períodos en casa del «abuelo Secundino» antes de instalarse definitivamente en su propio domicilio familiar, una casa vistosa en el barrio de El Bibio, donde nació, en 1944, la tercera hija del matrimonio: María Antonia, actual procuradora general del Principado y también dirigente socialista. Por entonces, Mamel ya acudía a clase al colegio de los jesuitas y Mapi vestía el uniforme del colegio de las monjas de la Asunción. «Está claro que sociológicamente eran una familia de señoritos de Somió y, por eso, los niños fueron matriculados en los mejores colegios de la época», apunta Ladislao de Arriba. «Eran una de las familias bien de Gijón, todo el mundo lo sabía y su ritmo de vida así lo atestiguaba», añade. Sin embargo, Mapi nunca hizo ostentación de ese poder económico. Durante su adolescencia, apenas se dejó ver por las verbenas del Club de Regatas, centro neurálgico de las celebraciones de la alta sociedad, si bien el tren de vida de la familia era «muy elevado». En uno de sus viajes a Cuba, su madre le compró tantos vestidos que pudo estrenar dos al día durante las doce jornadas que duró la travesía en barco.

En el centro religioso donde estudió educación básica y Bachillerato, la actual alcaldesa hizo migas con algunas alumnas cuya amistad conserva aún y, con el tiempo, logró integrarse perfectamente en la vida social de una ciudad tranquila en la que casi todos se conocen y donde todos conocen a los Felgueroso. «Era una chica tremendamente participativa, a la que le gustaba mucho relacionarse con las otras niñas y que sacaba unas notas excelentes», rememora Agripina Fraga, una de sus compañeras de clase. Sus secretos más íntimos los compartía con Margarita Salas, actualmente una de las científicas de mayor prestigio a escala nacional, y Asunción Quirós, que con el tiempo se convirtió en la madre superiora del colegio. «Pasaban mucho tiempo en un quiosco que había junto a la plaza de toros, donde solían quedar para comer pipas, y también daban vueltas por el parque de Isabel la Católica», explica Fraga.

Pero esas tardes de paseos despreocupados por uno de los barrios más elitistas del Gijón de mediados del siglo XX terminaron para Mapi cuando finalizó el Bachillerato. Poco después, conoció al farmacéutico Daniel Palacios, un asiduo de las tertulias en los cafés del centro de la ciudad y con el que contrajo matrimonio al poco tiempo. Muchos de sus amigos dicen que fue él quien introdujo en Mari Paz el gusanillo de la política y quien la aconsejó que cursara Trabajo Social, su primera carrera universitaria. Cuando Mari Paz conoce a Daniel, más de diez años mayor que ella, el farmacéutico había abandonado ya su pasado falangista, por el que se hizo conocido en la ciudad. «En aquel tiempo no dudaba en pasearse con la camisa azul por la calle Corrida», recuerda un amigo del matrimonio. Con el tiempo, fue concejal franquista por el tercio sindical. Precisamente en el Ayuntamiento comenzó su deriva ideológica, como demuestra el hecho de que fuera llevado a Comisaría acusado de haber puesto contra la pared una fotografía del Generalísimo. «Era un hombre doctrinario y, cuando creía en algo, llegaba hasta el fin», señala el mismo testimonio. Y, así, Palacios acabó abrazando la doctrina comunista.

Ya casada y siendo madre del primero de sus cuatro hijos, Paz Fernández Felgueroso inició Derecho. «Fue una pionera, una mujer valiente por elegir estudiar una carrera en esa época», asegura su amiga de la infancia Agripina Fraga. Ya por entonces se había convertido en un personaje popular en la ciudad, al ser la única chica que se paseaba en Vespa por las calles de Gijón. Poco después abrió despacho propio, cerca de la céntrica plazuela de San Miguel. Un hito para una época en la que la mayoría de las mujeres no tenía oficio y, raramente, beneficio. «Mapi siempre fue por delante del resto», subraya Agripina, que destaca «el cambio radical» que supuso el matrimonio en la vida de la actual alcaldesa.

Así, Paz volvió a dar muestras de un carácter distante de lo que era previsible dada su acaudalada procedencia familiar. Decide integrarse en el Partido Socialista Popular (PSP), el partido de Tierno Galván, iniciando de esa firma una vinculación con la vida política que dura hasta hoy, casi cuatro décadas después. Muestra entonces Mapi por primera vez su ideología progresista, lo que causa sorpresa en algunos círculos de la alta burguesía gijonesa, donde algunos no comprenden que una nieta de los Felgueroso milite en un partido de izquierda. Más aun si se tiene en cuenta que su hermano José Manuel, ingeniero de minas, optó por afiliarse a la UCD, lo que le permitiría llegar a presidir la poderosa empresa estatal minera Hunosa años más tarde. O que uno de sus primos, Luis Cueto Felgueroso, fue el último alcalde franquista de Gijón. Lo cierto es que en su domicilio de la calle Eusebio Miranda, se reunía clandestinamente la Junta Democrática, la oposición gijonesa al franquismo.

Esta diversidad ideológica dentro de la misma familia hizo correr por Gijón la leyenda de que los Felgueroso, muy inteligentemente, «habían decidido poner un huevo en cada cesta», tal como apunta un cronista de la época, para asegurar presencia de la poderosa familia en puestos señalados del espectro político del recién estrenado régimen democrático. Una opinión que no comparten personas muy próximas a la actual alcaldesa. «Mapi tomó una decisión totalmente personal, guiada por sus ideas progresistas», apunta Asunción Quirós.

Tras la instauración de la democracia y la absorción del PSP por parte del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Fernández Felgueroso comenzó a ocupar cargos políticos de responsabilidad. Como en el caso de Antonio Masip en Oviedo, donde el actual eurodiputado fue alcalde, el PSOE trazó una inteligente maniobra en Gijón, atrayendo a sus filas a las hermanas Felgueroso, Paz y María Antonia, como señuelo para recoger votos también en sectores conservadores de la ciudad. Así, ya muy metida en el engranaje socialista, Paz fue primero delegada del Gobierno de la Compañía Telefónica; después, consejera de Industria del último Gobierno autonómico de Pedro de Silva y, posteriormente, secretaria de Estado de Instituciones Penitenciarias en el epílogo del felipismo, con Juan Alberto Belloch como ministro de Justicia e Interior y en plena tormenta política por el escándalo del «caso GAL». «Es una mujer preparada, que ha sabido entender la política y crecer en ella», señala Agripina Fraga. «Creció a medida que crecía el socialismo en Asturias», matiza Ladislao de Arriba.

Tras su estancia madrileña, regresa a Gijón después de la victoria del PP de José María Aznar en las elecciones generales de 1997. Dos años después, obtiene un éxito contundente encabezando la candidatura socialista en las municipales, mejorando incluso los resultados de su antecesor, Vicente Álvarez Areces, actual presidente del Principado. Desde entonces, la Felgueroso política no ha dejado de repetir que se siente «encantada» de ser «la alcaldesa de mi ciudad». La ciudad a la que un buen día llegó su abuelo en busca de carbón y donde logró consolidar notable fortuna; la ciudad donde nació y se crió su madre y la ciudad donde culmina su carrera política aquella señorita de colegio de monjas y vestidos caros a la que las amigas llamaban Mapi y que, septuagenaria, aún no ha salido de su boca que dentro de dos años, cuando acabe el mandato, vaya a abandonar la vida pública.