A. RUBIERA

Con interés, pero con prudencia. En esos márgenes se mueve tanto la Consejería de Cultura como el Ayuntamiento de Gijón, tras tener constancia de la aparición de restos arqueológicos en la plaza del Parchís, debido a las obras que se están llevando a cabo para la construcción del estacionamiento subterráneo. Esos restos, tal como se informó ayer, son los de una edificación de mediados del siglo XVII, algunas monedas del siglo XVI, una traída de aguas, restos de un mosaico y algunos útiles sociales como unas pipas de caolín.

Portavoces de la Consejería de Cultura manifestaron ayer que, a falta de disponer del informe oficial de los expertos y de que concluyan los trabajos arqueológicos, de las primeras informaciones sobre los restos aparecidos no se aprecia que sea necesario paralizar las obras del aparcamiento. En los mismos términos se manifestó el concejal de Cultura, Justo Vilabrille, quien espera en todo caso que sea la Consejería, competente en estos temas, «quien tome la decisión más oportuna».

La aparición de los restos no pilló por sorpresa a los responsables de la obra, ya que el hecho de que intervinieran en un solar próximo a un edificio como el Antiguo Instituto, calificado como Bien de Interés Cultural, obligó a tomar medidas especiales como el planeamiento de un protocolo arqueológico y un seguimiento que está llevando a cabo una empresa especializada ovetense.