M. SUÁREZ

En febrero de hace tres años se demolía la antigua casa familiar de los ingenieros Ignacio Patac Pérez-Herce e Ignacio Patac García para iniciar la construcción de un edificio de oficinas. Ayer, sus herederos inauguraban la obra que ha transformado la vieja esquina de la calle Munuza y los Moros, rindiendo tributo a un apellido que fue trascendental en la historia tanto local como asturiana.

«Aquí vivieron mis abuelos, nació mi padre y me crié yo. Ellos siempre tuvieron la ilusión de que este solar permaneciese en la familia y de ningún modo queríamos desprendernos de él», explicó Ana Patac Arroyo, para contextualizar su decisión de levantar seis plantas de oficinas en este rincón del centro gijonés. «Opté por hacer oficinas porque me pareció que son más fáciles de alquilar que las viviendas», precisa.

Esa iniciativa, que lleva por nombre «Edificio Ingeniero Ignacio Patac», surge de un empeño personal que ayer culminaba con la bendición del párroco de San Pedro, Javier Gómez Cuesta. La promotora del edificio, y descendiente directa de dos de los ingenieros de minas más importantes de la región, completó el acto inaugural cortando una cinta roja, como es menester en estas ocasiones. La acompañaban su hija Anusca y su hermano Ignacio.

«Éste es un homenaje que yo quise hacerle a la familia. Se trataba de darle un giro a lo que había, de hacer algo moderno. Pero también de buscar la armonía con lo que existe alrededor», expuso Ana Patac, tras la inauguración. En palabras de Álvaro Ron, autor del proyecto arquitectónico, «este edificio es una transición entre lo moderno y las preexistencias de los Moros».

Con vistas al emblemático Banco de Gijón, rehabilitado para uso residencial, y a las oficinas acristaladas de la calle del Agua, «este edificio crea un espacio pantalla-espejo reflectante de lo que pasa alrededor», describió el arquitecto, que ha llevado a cabo las obras junto a su hermano Carlos Ron, aparejador de profesión. «Y siempre siendo respetuosos», apostilló Ana Patac, que, respetando el urbanismo de la zona, ha querido respetar la memoria de su padre y de su abuelo.

A Ignacio Patac Pérez-Herce se deben, por ejemplo, muchas de las investigaciones realizadas sobre el carbón de La Camocha. Su hijo, Ignacio Patac García, llegó a ser ingeniero del Ministerio de Industria y Energía. Cargo que, en los años sesenta del siglo pasado, obligó a la familia a dejar la calle de los Moros para trasladarse a Santander. Hoy, el solar que los Patac adquirieron en 1868 ha cambiado notablemente de aspecto, pero sigue llevando su sello. La empresa de Ana Patac ocupa la sexta planta. Y, en la quinta, ya se ha instalado una asesoría.