En la mañana del pasado lunes fuimos conocedores de la triste noticia del fallecimiento de Félix Caso, con quien me unía la amistad que nace de la relación profesional y de haber compartido proyectos altruistas y desinteresados en favor del conjunto de la sociedad.

Así fue como por azares de la vida, y en este caso del deporte de la canasta, entablé relación con Félix Caso, y fruto de ésta descubrí a una persona vital, colaboradora y emprendedora, habiendo sido en su día un referente empresarial indispensable en Asturias en el sector de las agencias de comunicación y publicidad, hasta el punto de haber ocupado la presidencia de ADAPA, asociación que aglutina a las empresas del sector, muestra a su vez de su capacidad de liderazgo.

Los reveses en el devenir de las compañías, inherentes a todos aquellos que vivimos y disfrutamos haciendo empresa, fueron especialmente duros para nuestro querido Félix Caso. Y en esta contrariedad, donde realmente se conoce la catadura humana y moral de las personas, Félix Caso supo afrontarlas con elegancia, con espíritu combativo, buscando nuevas oportunidades, proponiendo ideas realistas y a la vez innovadoras. Pero con todo y eso, no tuvimos la ocasión de volver a verlo en la plenitud de su desbordante actividad. Le faltó tiempo. El tiempo que ahora le corresponde por justicia disfrutar, aunque los que aquí continuamos no podamos seguir observando su vivaz mirada y perenne sonrisa.

Félix Caso nos deja el legado de una buena persona y un empresario con mayúsculas que, haciendo uso de su libertad y consecuente responsabilidad, creó riqueza, compartió experiencia y saber hacer, escribiendo así una bella página -como todo lo que él hacía- en la historia creativa y empresarial asturiana.