Las lluvias caídas en el mes de mayo -y lo que va de junio- fueron algo "excepcional" en Gijón. Tan excepcional que hasta lo comparó con los fuertes temporales que azotaron la costa local en 2013 y dejaron sin arena a San Lorenzo. Esa fue la explicación ofrecida ayer por la alcaldesa, Carmen Moriyón, a los problemas de vertidos ocurridos en la principal playa la ciudad. Lo hizo en base a los datos de meteorología de los que dispone el Ayuntamiento y tras prohibir el baño en el arenal en la tarde del lunes tras la aparición de una segunda gran mancha de color marrón y fuerte olor que invadió casi toda la bahía desde la desembocadura del río Piles. "Lo del lunes en la playa fue un episodio autolimitado en el tiempo y en su intensidad que no adquirió las dimensiones del fin de semana anterior", valoró la alcaldesa, que prometió dar a conocer el resultado de los análisis bacterianos mañana jueves.

Tras activar el protocolo medioambiental, ayer se celebró un gabinete de crisis con responsables del gobierno local, de la Empresa Municipal de Aguas (EMA), área Medio Ambiente, Policía Local y Bomberos para encontrar soluciones. La principal, explicó la alcaldesa, pasa por la construcción del ansiado pozo de tormentas en el parque de los hermanos Castro, que hasta dentro de dos años -como mínimo- no estará operativo. Hasta entonces, "milagros no podemos hacer", valoró Moriyón.

A la espera de ese pozo de tormentas, desde el Ayuntamiento, y especialmente desde la EMA, trabajan por buscar "soluciones técnicas" al problema. "En eso estamos, trabajando para solventar esta situación, pero milagros no hacemos; es la primera vez que se nos plantea este problema", incidió Moriyón en referencia a los vertidos fecales que llegan a San Lorenzo.

En esta ocasión, todo apunta a que los alivios se vertieron en San Lorenzo el lunes provenían de la zona periurbana, donde la lluvia fue de mayor intensidad y provocó que el río Pinzales se desbordase. Además, en relación a los aliviaderos del Piles están avalados por la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, cuyas autorizaciones se renueva cada cuatro años desde 2009.

Pese a la sucesión de estos episodios apenas diez días, Moriyón no teme que esta imagen de San Lorenzo ponga en riesgo el turismo del verano gijonés.