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PABLO ORTEGA LÓPEZ | Compositor

"De niño, a una lata de membrillo le ponía los sedales de pescar de mi padre y tocaba"

"El réquiem, que verá la luz en Covadonga, está dedicado a mi hermana y a una profesora del Conservatorio; tiene una estructura clásica romántica"

"De niño, a una lata de membrillo le ponía los sedales de pescar de mi padre y tocaba"ÁNGEL GONZÁLEZ

El próximo sábado, 24 de noviembre, se estrena en la real basílica de Covadonga un réquiem escrito por él. Participarán en el acontecimiento el tenor Alejandro Roy, la soprano Julia Sariego y la mezzo Lola Fernández Merino, acompañados del "Orfeón San Lorenzo" y el órgano de Fernando Álvarez. Todos dirigidos por Pablo Geijo. Hablamos con el autor.

-Defínase, por favor.

-Nací en Villar (1951), un pueblo de Córdoba enclavado en plena Sierra Morena, pero a los tres meses mi familia vino a vivir a Asturias, de manera que me considero asturiano. Tuve una hermana más joven que falleció en 2015 el día que se celebra la jornada mundial contra el cáncer de mama, y la mató ese mismo cáncer. Y a ella está dedicado este réquiem. Fue un golpe brutal, la vi nacer y la vi morir. Aparte, también está dedicado a una profesora de Historia del Conservatorio que murió repentinamente; fue amiga mía durante 25 años. Estoy divorciado y tengo una hija.

-¿Ésta es su primera obra?

-No, pero es la primera que ve la luz. Ocurre que estuve dando clases durante 36 años en el Conservatorio Superior de Asturias y no podía componer. Ahora que estoy jubilado, me propuse escribirlo.

-¿Qué estilo contempla dicho réquiem?

-Tiene una estructura clásica romántica. Es amable, no como el de Mozart, que es dramático, está lleno de rabia por la persona que se ha ido. Se parece algo al de Fauré. Escogí esa estética porque a los seres que están dedicados les gustaba esa música.

-¿Por qué se estrena en Covadonga?

-Es un lugar al que le tengo mucho cariño, ya que viví seis años allí. Hice mi primera comunión en Covadonga y mi hermana también, además fui monaguillo. Después pasamos a Gijón y ya no nos movimos.

-¿Qué me dice de los solistas?

-Son de renombre. En primer lugar está Alejandro Roy, un tenor fantástico, y la soprano es una chica que seguí mucho, está por descubrir. Se llama Julia Sariego, fue alumna mía, es de Gijón y es muy buena. Y la mezzo es la esposa de Alejandro Roy, Lola Fernández Merino. El réquiem está escrito para órgano, y el organista es el de la basílica. Aparte está el coro que dirige Montserrat Serrano, de voces mixtas. El director de todos es Pablo Geijo, un compositor que vive en León y es amigo mío. La diferencia es que es una misa de réquiem, es decir, un réquiem integrado en la liturgia y no un réquiem de concierto.

-¿Piensa grabarlo?

-No, yo llevaré una cámara de vídeo, pero grabar, en principio, no, porque hay que saber cómo resulta. El problema es que el órgano está colocado arriba y los solistas abajo, y habría que poner micrófonos en todas las partes. Lo que ya me están ofreciendo es repetirlo. Alejandro Roy dice que le gusta muchísimo y que no está dispuesto a que muera en Covadonga. Begoña Tamargo, una compañera, profesora de Canto del Conservatorio, me propuso integrarlo en las Jornadas culturales del Conservatorio de Oviedo e, incluso, en la Castaglia, unos cursos de canto que ella organiza. Pero en ese caso habría que montarlo con orquesta.

-¿Cuánto le llevó escribirlo?

-Mucho, casi dos años. Lo que queda de este año es para montarlo, para sacarlo a la luz, con la particularidad de que Alejandro Roy está en Nueva York y no pudo ensayar con nosotros, pero viene esta semana y se pondrá a ello como un león. Lola y Julia, sí, están trabajando y el coro igual.

-Dígame qué más ha escrito.

-Tengo un concierto para guitarra y orquesta. Y cuartetos, quintetos, música de cámara, piezas para canto y piano, estudios que son más teóricos... Tengo muchas cosas. Ahora estoy haciendo una labor de investigación con dos musicólogas, una que está en Madrid en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la otra es profesora de la Universidad.

-¿Sobre qué tema?

-Sobre Eduardo Martínez Torner. Va a ser una bomba. Es tremendo. Lo que estamos descubriendo va a dar la vuelta al concepto que tenemos de él, que es un autor de música popular asturiana, digamos, un especialista del cancionero. Eso es una gota, lo que hay debajo de su obra es enorme, es el transcriptor de la música del Renacimiento, de los laudistas... Y el problema no es que lo haya hecho, es que se lo apropiaron otros. Era tan generoso, lo daba todo y lo publicaron con otro nombre. Hemos encontrado en Nueva York, en Francia... Era republicano y se exilió antes de la Guerra Civil. Pero todo está documentado. Hay pensado hacer cuatro volúmenes, el primero ya está completo y es muy grueso. La persona que nos dirige es María Sanhuesa. Tenía documentos Gonzalo Martínez Covas y también Purita de la Riva, y los tenemos nosotros.

-¿Quién es su autor preferido?

-Varios, pero por encima hay uno, Juan Sebastián Bach. Don Juan.

-¿Su réquiem tiene connotaciones barrocas?

-Sí, es fugado. Todas las entradas del coro se inician en fugas, pero no las culmino. Hay cadencias andaluzas, y unos giros asturianos.

-¿Qué más hace, aparte de componer?

-Doy clases a los hijos de mis discípulos. Me lo pidieron y accedí.

-¿La música le viene de familia?

-No, pero mi madre tenía un primo abuelo que era organista, estaba ciego, y murió a los 20 años. Siempre tuve afición, recuerdo que de niño a una lata de membrillo le ponía los sedales de pescar de mi padre y tocaba. Soy guitarrista y luego tuve que estudiar piano para componer.

-¿Tiene alguna afición?

-Sí, me gusta mucho la pintura, la poesía, la literatura... El fútbol, no.

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