Las ferias de arte, fundamentales para la relación entre los creadores en activo y el público -incluidos los coleccionistas o compradores ocasionales-, hacen esfuerzos por reinventarse a toda prisa ante la nueva realidad a que fuerza cada día el covid-19. Hasta casi ayer mismo este tipo de citas culturales, sociales y económicas han sido sinónimo de multitudes curioseando en pabellones ocupados por las galerías y sus artistas. A los aficionados les gusta ver la obra original -menos las reproducciones, aunque sean ya de gran calidad- y conversar o aclarar detalles con los autores. Contacto y contactos. Las restricciones sanitarias decretadas en casi todo el mundo obligan a redefinir esos roles. Y los responsables de algunas salas empiezan a entender la necesidad de aceptar nuevos formatos para mantener activa esa relación. Son escaparates que no pueden perderse. Saben que buena parte de los ingresos depende de ese vínculo ferial.

Es el caso de ATM, la hermosa galería que en plena naturaleza de la parroquia gijonesa de Deva regenta Diego Suárez Noriega. Es el continuador de una familia que forma parte de la historia del galerismo asturiano: se crio en la desaparecida Altamira. Es un habitual de distintas ferias internacionales. Fue el único asturiano que estuvo el pasado febrero en ARCO, en el madrileño pabellón de Ifema que sólo unas semanas después se convertiría en improvisado hospital para atender a los enfermos de la pandemia. Apuesta ahora por las ferias de arte online. Así que está entre las galerías de la nueva edición de ARCO Lisboa, que se inaugura hoy con acceso a través de Internet. Y lo mismo con ArtLima, una de las ferias más importantes de Hispanoamérica.

"La digitalización es una experiencia ferial que se proyecta hacia el futuro y que el covid-19 ha ayudado a implementar", explica Diego Suárez. A su juicio, la tecnología ofrece "soluciones" con las que es posible conversar con los artistas e, incluso, "observar detalles que no están al alcance de la mirada". Las ferias de arte online se esfuerzan por aumentar la cantidad y la calidad de las informaciones que galeristas y creadores suministran al público. Nuevas vías para captar la atención de los aficionados, coleccionistas y otros posibles compradores.

Estas ferias online o digitales vienen celebrándose desde, a menos, el año 2003. Pero resulta evidente que su número crecerá en las próximas semanas. Las circunstancias obligan. Un fenómenos que se extenderá a otros acontecimientos culturales, caso de los festivales de cine, y que ha venido para quedarse, sea en una u otra proporción. "Los estándares de satisfacción para el público y los profesionales son cada vez más satisfactorios; la digitalización de estos entornos es ya un hecho", afirma Diego Suárez.

La galería de Deva participa en la nueva edición online de ARCO Lisboa con "Facere horas", de la alicantina Clara Sánchez (1987), y con "Nada más profundo que la piel", del asturiano David Martínez Suárez (1985). Este último tuvo una beca de BBVA. ARCO Lisboa se ha consolidado en muy poco tiempo como la principal feria de arte de Portugal. ATM ofrece en la feria limeña el proyecto "Mente salvaje", también de David Martínez Suárez. Parte de un sistema de notación para danza creado por Rudolf Von Laban hace dieciocho años que hace posible el registro gráfica de cualquier movimiento.

El acceso gratuito a estos eventos feriales contribuye, por otra parte, a un mayor acercamiento al arte de amplios segmentos de la ciudadanía que por razones de distancia geográfica no pueden participar en estas citas. No acabará con las ferias de arte presenciales, cuya convocatoria se reanudará sin duda nada más que lo permita la remisión de la pandemia por el covid-19, pero no es menos cierto que las ferias online irán ampliando y mejorando su oferta. Y que las actuales circunstancias son un momento oportuno para perfeccionas esos formatos alternativos.