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Carlos Orueta Lueje Capitán de navío, deja la Comandancia de Marina de Gijón

“Soy afortunado, he recogido el cariño que se tiene en Asturias a la Armada”

“En meses pasaré a la reserva y la intención es quedarme aquí; estar en Gijón es estar en casa, cumplí un sueño al venir a su Comandancia”

Carlos Orueta Marcos León

Aunque nacido en Madrid en diciembre de 1961, Carlos Orueta Lueje siempre ha estado muy ligado a Asturias y al mar. Una unión a la que sumó en 2017 convertirse en el comandante de Marina en Gijón. El puesto al que acaba de decir adiós este capitán de navío que pronto pasará a la reserva.

–¿Balance de sus cuatro años en la Comandancia Naval de Gijón?

–Han sido cuatro años inolvidables y muy satisfactorios. Durante este tiempo he realizado muchas y diversas actividades de toda clase, pero especialmente en el ámbito de las relaciones institucionales, que me han permitido conocer a muchas personas que ocupan puestos con mucha responsabilidad y que afectan a la vida y al día a día de todos los que vivimos en esta región.

–¿Qué ha sido lo más duro de esta etapa?

–Por supuesto la pandemia provocada por el covid-19. Han sido muchos meses de incertidumbre, miedo a los contagios, grupos burbuja para mantener un mínimo de actividad, preocupación por tantas personas afectadas por la enfermedad y sus devastadoras consecuencia para la salud y también para la economía familiar y del Principado. Y lo malo es que esto aún no ha terminado, ojalá fuera tan fácil decir que con la vacuna se diera por cerrado el caso, pero no es así. Hay desconfianza con las variantes que van apareciendo y cada día vemos que nuestros científicos descubren nuevas cosas sobre este virus. No quiero mandar un mensaje pesimista, al contrario, quiero contribuir a que los ciudadanos sean responsables y conscientes de que hay que seguir alerta y pendientes de las instrucciones que nos llegan de las autoridades sanitarias y todos juntos conseguiremos salir de esta situación.

–Todos juntos...

–Se ha visto a lo largo de este tiempo, pero quiero destacar el enorme esfuerzo que han realizado las dotaciones de los buques de la Armada para mantener la operatividad y la seguridad del personal embarcado. La vida en los barcos es complicada y el contacto estrecho por el reducido espacio, las escalas en puertos se tuvieron que suprimir o reducir solo para necesidades logísticas. Eso supone un tremendo esfuerzo de gestión y un enorme sacrificio personal para nuestros hombres y mujeres y también para sus familias.

–¿Y lo más gratificante?

–El cariño que se tiene en Asturias a la Armada y que se palpa día a día en todos los sitios que visito representándola. Es curioso que una región en la que predomina la presencia del Ejército de Tierra, con el Cuartel de Cabo Noval y el Regimiento Príncipe número 3, mantiene un profundo y sincero cariño por nosotros. Yo creo que se debe en parte a que Asturias es un balcón incomparable al Cantábrico, su dependencia de la mar es total para la industria y la alimentación y el gran número de personas que trabajan en el sector. Es tremenda la cantidad de asociaciones de veteranos del servicio militar que siguen reuniéndose cada año, manteniendo su amistad entre todos ellos y con el ejército en el que sirvieron con un orgullo que se hace más fuerte cada día. Ese cariño y respeto no hay nada en el mundo que lo pueda pagar. Al ser yo, por el cargo que ocupo, el que lo siente y recoge durante estos años me siento muy afortunado.

–¿Cuál será su nuevo cometido?

–Bueno ahora me quedo en situación de activo pendiente de destino, pero en pocos meses pasaré a la situación de reserva y nuestra intención es quedarnos a vivir aquí.

–Seguirá en Gijón. ¿Qué supone la ciudad para usted?

–Para mi estar en Gijón es estar en casa. Por parte de padre y madre mi familia es de aquí, y no me faltan primos y amigos de antes y de ahora, que el número ha crecido considerablemente. Yo viví de adolescente en Gijón, en Cabrales 1, y por circunstancias de la vida volvimos a Madrid y más tarde al ser marino pues hemos ido de un lado para otro. Cuando ya pensaba que iba a terminar en Madrid surgió la posibilidad de venir a ocupar el cargo de Comandante Naval y gracias al apoyo de mi mujer y mis hijos he cumplido un sueño.

–¿El mar es clave para una ciudad como Gijón?

–De una forma u otra siempre lo ha sido. Gijón es una villa marinera, así nació, luego se convirtió en un gran centro industrial y de desarrollo del país, esencialmente gracias a la siderurgia y el carbón y aunque ahora hay un receso, sigue siendo la máquina de este tren. Y ambas actividades tienen en común la vio marítima para su funcionamiento. Como dice mi buen amigo Laureano Lourido, si hacemos zoom hacia arriba sobre Gijón hay un momento en que solo se aprecian claramente dos cosas, El Musel y Arcelor. Ahora Gijón también se está convirtiendo en un centro turístico de primer orden y la clave es el mar nuevamente.

–¿Cómo valora la labor que se desarrolla en el Puerto de Gijón?

–Pues como uno de los mayores logros de resistencia y tesón que podemos encontrar en estos tiempos tan complicados. Contra viento y marea y superando dificultades y obstáculos de todo tipo el puerto de Gijón, y debo decir que también el de Avilés, siguen siendo un referente en graneles, y están en permanente negociación para seguir adelante. Merecen todo mi respeto y admiración por su trabajo. Además, mi relación con ellos ha sido estrecha, especialmente con motivo de las escalas de nuestros buques, que a lo largo de estos cuatro años han sido bastantes de patrulleros pero también tuvimos en Avilés a la fragata “Cristóbal Colón” con motivo de la celebración del V Centenario del nacimiento de nuestro gran Pedro Menéndez de Avilés y en El Musel al buque anfibio “Galicia” que recaló en Gijón en su viaje de prácticas con alumnos de la Escuela Naval de Marín, y en estos dos casos y en la recaladas de los patrulleros todo son facilidades y buen hacer por parte de ambas autoridades portuarias. Como anécdota de este viaje, los alumnos del “Galicia” se iban diciendo que el mejor puerto de su viaje fue Gijón, pero claro hay que ver en tres días lo que hicieron: fueron a Covadonga, donde el mismo Abad Adolfo Mariño les enseñó el museo, la Basílica y la Santa Cueva, los dos hermanos Cardín, José y Bernardo, les explicaron todo el proceso de elaboración de la sidra en sus instalaciones de Villaviciosa y luego les agasajaron con una espicha monumental y al día siguiente la verbena del Carmen en el Real Club Astur de Regatas donde fueron los protagonistas indiscutibles. Esto es difícil de superar.

–La zona en la que está la Comandancia está a la espera de reforma. Como vecino de la zona, ¿hacia dónde debería reestructurarse?

–Pues opino como la mayoría de los gijoneses, que tenemos dos fachadas al mar que ya quisieran otras ciudades costeras y esto hay que cuidarlo y mejorarlo en la medida de lo posible. Cuando salta ese nordeste fresquito es de lo más agradable darse un paseo por la calle Claudio Alvargonzález hasta la punta de Liquerique y seguir luego por el Cerro de Santa Catalina. Ese recorrido es uno de los mejores escaparates de Gijón y los proyectos que se están presentando en la prensa lo reflejan y tratan de sacarle el mayor partido. Pero Cimadevilla tiene el gran problema de sus accesos y eso también hay que tenerlo presente. Con dinero todo es más fácil pero cuando es escaso hay que recurrir a la imaginación y buen gusto, y las partes afectadas tendrán que ceder en algo para que todos y especialmente Gijón salgan beneficiados. No hay soluciones mágicas, pero con dialogo y buen hacer se conseguirá.

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