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Relevo en el principal partido de la ciudad

Monchu García, “un líder nato” de alma obrera y gran sonrisa

De La Calzada, entusiasta, el nuevo secretario general del PSOE de Gijón destaca por un “carácter noble y dialogante”

Monchu García, con el puño en alto al conocer su victoria en la votación del sábado en el Ateneo. | Juan Plaza

Érase un hombre a una sonrisa pegado. Una persona que “transmite entusiasmo”, de carácter “noble y dialogante”, alguien que siempre “dice lo que piensa”, sin cortapisas, pero “con mucha educación”. En definitiva, “un líder nato, con una personalidad arrolladora que no pasa desapercibida”. José Ramón García Rodríguez, Monchu, hijo de José Ramón “El Chato”, una institución en La Calzada y alma del Gijón Industrial, y de la añorada Carmen González Azpicueta, es también, desde el sábado el secretario general del PSOE de Gijón, un partido en el que comenzó a militar en mayo de 2000, justo al día siguiente de la victoria por mayoría absoluta de José María Aznar, consciente de que “había que arrimar el hombro”, confirman sus más próximos. De hecho, coinciden sus amigos, esa visión de la vida de tender la mano a los demás, desde lo social, es una seña de identidad que se mantiene intacta a pesar del paso de los años. “En Gijón hay personas que son piezas clave de la ciudad, útiles por las cosas que hacen, como el caso de Monchu”, reconoce Blanca Cañedo, presidenta de la Fundación Mar de Niebla, la entidad social de la zona oeste que creó el nuevo líder de la agrupación municipal socialista.

Monchu García, hermano de Ana y Pablo, nació el 11 de diciembre de 1972, en el barrio de La Calzada, algo que “imprime carácter”, como él mismo reconoció en una entrevista a LA NUEVA ESPAÑA hace ya unos años. Viene de familia obrera, gente abierta, con buena y amena conversación. En su casa, reconocen, “hablaba hasta el periquito”. De esa conciencia de clase hace gala en cada momento, y desde niño desarrolló un notable afán por transformar las cosas. La curiosidad y su capacidad dialogante, algo que tienen todas las personas inquietas y con inquietudes, fueron sus mejores armas. “Quizás sea porque era el del medio de los tres”, bromea su hermano Pablo. Pronto desarrolló una predilección por la lectura, del comic a los libros, y también en el cine, donde Curro Jiménez ocupa un espacio destacado. Fue la suya una verdadera afición, que le viene de familiar, por acudir al cine y gran asiduo también de los videoclubs. El cineclub de La Calzada también era otro de sus rincones favoritos.

Pero este antiguo alumno de IES Padre Feijoo, que nunca pudo soportar la avaricia y la obscena acumulación de dinero, se fue haciendo mayor. Desde niño supo que no quería ser ni funcionario ni empresario. Soñaba con ser veterinario, porque siempre le han gustado mucho los animales, o incluso jugador de baloncesto, un deporte que le apasiona y que acostumbra todavía a jugar alguna pachanga entre amigos. Pero la realidad, según propia confesión, es que fue un fracasado escolar que nunca tuvo interés por los estudios, aunque sí por el conocimiento, como prueba lo de la lectura y el cine. Es por ello que comenzó a trabajar a los dieciséis años. Podría decirse que no le faltó oficio que tocar. Fue portero de discoteca, camarero, dependiente de comercio, vendedor a domicilio, viajante, peón forestal, peón del metal, colocador de pladur… Hasta que empezó a merodear el asociacionismo de la ciudad. Fue un antes y un después en su vida.

El primer paso lo dio con la Juventud Obrera Cristiana de Asturias (JOCA). “Soy creyente, pero no católico. Cristiano como seguidor de Cristo, no místico”, reflexionaba el propio Monchu García, que tuvo en José María Díaz Bardales, recordado párroco de Nuestra Señora de Fátima, una relación muy familiar. Así las cosas, en los análisis de la realidad que compartía con los compañeros de la JOCA -hacía las veces de responsable del área de tiempo libre- surgió la idea de crear Abierto Hasta el Amanecer a finales de los años noventa, como un intento de dar respuesta al empleo juvenil y ofrecer alternativas al ocio. Su labor fue un espejo en el que se fijaron otras muchas ciudades españolas por el éxito de la iniciativa, convirtiéndose en embajador de una idea que tuvo réplicas por todo el país. Luego, al cumplir los 31 años y tras pasar seis años como presidente, optó por dar forma a una nueva entidad social, lo que hoy es la Fundación Mar de Niebla, junto a Ramón Arturo Alonso. Era 2004 y su idea era la de crear en La Calzada una organización social que trabajase por la integración de las personas y el apoyo de los más vulnerables. Su labor comenzó en la calle, pues sabían de las muchas necesidades que existían en cada esquina del barrio. “Es un empujador nato, una persona que ha contribuido muchísimo pensando en los demás. Muchas veces ha empezado de cero y quizás no seamos conscientes del valor que tiene eso. Está el ‘Elogio’ de Chillida y muchas obras más, pero también está la obra social y es difícil encontrar arquitectos como Monchu”, reflexiona Héctor Colunga, director de Mar de Niebla.

Tras pasar unos años como vicepresidente de la asociación de vecinos de La Calzada, bajo mandato de Mariano Arias, y al tiempo que avanzaba en lo social, también daba sus primeros pasos en política, bajo el techo de la Casa del Pueblo. Tras afiliarse en 2000, comenzó a acudir a las asambleas, echar una mano en las campañas y poco a poco conociendo al resto de compañeros moviendo sillas y pegando carteles. “Milito en el PSOE y aparte soy socialista, que no todos los militantes lo son ni todos los socialistas militan”, confesaba el nuevo secretario general hace unos años. Con el tiempo fue ganando peso en el partido, entrando como asesor del grupo municipal en 2007, junto a su compañero y amigo César González (ahora será su secretario de Organización) durante el último mandato de Paz Fernández Felgueroso como alcaldesa. Siguió en las mismas lides la primera etapa socialista de oposición, con Santiago Martínez Argüelles, y salió elegido concejal en 2015, cuando a pesar de que la suma de los partidos de izquierdas les daba mayoría para gobernar, la negativa de Xixón Sí Puede (marca de Podemos) a hacer alcalde a José María Pérez les volvió a dejar en la bancada de la oposición. En esa época fue “el encargado de los temas de deporte, bienestar social y vivienda y compartíamos participación ciudadana”, recuerda César González, también concejal entonces. “Siempre fue muy activo a nivel asociativo, era bueno para engrasar y entrar en contacto con colectivos sociales y todo lo que hacía en el grupo iba muy relacionado con su trayectoria”, añade González.

Fueron años duros, con el partido en la oposición municipal, el cisma en Ferraz con Pedro Sánchez y la renovación de la FSA. Monchu García, lejos de amilanarse, volvió a dar un nuevo paso al frente para liderar el PSOE de Gijón, pero 27 votos de diferencia frustraron su proyecto en noviembre de 2017, cuando la militancia optó por la opción de Iván Fernández Ardura. Se apartó entonces de la primera línea pública, pero su corazón y su cabeza seguían en un partido cuyo rumbo le preocupaba.

Hasta que llegara el momento de volver a intentarlo, Monchu García creó un nuevo proyecto junto a su hermano, en concreto, una empresa de animación sociocultural a la que bautizaron como “El Taller”. El porqué del nombre está en que uno de sus abuelos trabajó en un taller de Renfe, y el otro, en un taller de Marítima de El Musel. Ítem más. Su padre, en otro de Naval Gijón, y su madre en un taller de costura.

Pero su carácter inquieto le hizo volver a la carga, porque aquello que veía en la Casa del Pueblo no le gustaba. En abril del pasado año, como desveló LA NUEVA ESPAÑA, anunció que volvería a disputar el liderazgo del PSOE gijonés. ¿Su objetivo? “volver a ser el partido del cambio, y Gijón la ciudad del cambio”, explicó. Su discurso profundo, desde el corazón, que trasladó el pasado sábado en el Ateneo de La Calzada, ante el presidente de la FSA, Adrián Barbón, y su rival, Iván Fernández Ardura, caló en buena parte de la militancia que, con sus votos, le convirtió en secretario general. Una nueva etapa para Monchu García, una persona inquieta que no puede estarse quieto, como bien saben su mujer, Estela, y su hija, María, que son el mejor proyecto que ha impulsado en su vida el chico de los cuatro pendientes de La Calzada.

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