Los premios "Eleuterio Quintanilla" reconocen el esfuerzo sobresaliente

Los galardones de este año recaen en una niña que sufre un síndrome raro y en dos alumnas refugiadas: "En mi país soñaba con ser hombre"

En primer término, por la izquierda, Natasha Kharazmi, Nayra Cortina, Lucía Ovies, Esfir Vietukh y Sergio Bustos; en segunda fila, Natalia González con las docentes Raquel García y Carmen Macías, del colegio Pumarín; en tercera fila, los docentes Tomás García y Mar Friera (IES Número 1) con Marcos Juez y Miguel Barrero; en última fila, Luz Luna, Beatriz Álvarez, Elena Fernández, Nuria Alonso e Ignacio Martín, todos profesores del Número 1. | Juan Plaza

En primer término, por la izquierda, Natasha Kharazmi, Nayra Cortina, Lucía Ovies, Esfir Vietukh y Sergio Bustos; en segunda fila, Natalia González con las docentes Raquel García y Carmen Macías, del colegio Pumarín; en tercera fila, los docentes Tomás García y Mar Friera (IES Número 1) con Marcos Juez y Miguel Barrero; en última fila, Luz Luna, Beatriz Álvarez, Elena Fernández, Nuria Alonso e Ignacio Martín, todos profesores del Número 1. | Juan Plaza / S. F. Lombardía

"En mi país las niñas son como pájaros silenciados, sin alas. Yo, ahora, estoy aprendiendo a volar". Natasha Kharazmi es afgana, tiene 17 años y hace ahora año y medio se vino a España como refugiada con sus padres y su hermano. Recaló en Gijón y en el IES Montevil, donde le han ayudado a aprender un español que ya maneja casi perfectamente. Y su historia le hizo ser ayer una de las premiadas al esfuerzo personal en los premios educativos "Eleuterio Quintanilla" que se entregaron en el Antiguo Instituto. "Mi sueño ahora es ser médico y poder ayudar a los demás", aseguró la joven, que explicó que abandonar su país le ha dado una nueva oportunidad: "Allí soñaba con haber nacido hombre para poder andar en bicicleta, pero ahora sé que voy a vivir sin someterme a la voluntad de ningún hombre".

La intervención de Kharazmi, que recibió su premio en la categoría de Secundaria, fue una de las más emotivas, pero en el mismo apartado de esfuerzo personal en el nivel de Primaria se fallaron dos premios "ex aequo" por dos historias vitales igual de conmovedoras. Una, para la joven ucraniana Esfir Vietukh, estudiante del colegio de Pumarín, que se ha integrado sin problemas en su nuevo centro tras huir con su familia de la invasión rusa. La otra historia es la de Nayra Cortina, una pequeña de 12 años que sufre un síndrome raro llamado Rasmussen, un tipo de encefalitis. "Cursó hasta tercero de Primaria con total normalidad y de repente empezó a sufrir ataques epilépticos en clase y en casa. Llegó a sufrir más de cien al día y eso le cambió la vida", resumió la profesora Encarnación Palomero, docente del colegio Severo Ochoa, donde la pequeña cursó sus estudios hasta este año, donde ya ha retomado las clases en el centro especial de Castiello. La madre de la niña, Dolores Molina, aclaró: "Solo hay 20 casos en España. Al principio le dijeron que eran terrores nocturnos. Después, ansiedad. Al final, tuvo una parálisis lateral que le hizo tener que volver a aprender a caminar y a hablar. Hoy aún le cuesta encontrar muchas palabras". Y, pese a todo, Cortina recogió ayer su premio sonriente, necesitando solo un poco de ayuda para subir los escalones. "Es la alumna perfecta", aseguró Palomero.

Los otros dos alumnos reconocidos fueron Sergio Bustos, estudiante de Secundaria del Corazón de María, y Lucía Ovies, Alumna del colegio Manuel Martínez Blanco. Ambos cuentan con expedientes académicos "brillantes". Busto intervino ante el público para defender el "papal fundamental de la inclusión y la diversidad" en las aulas e hizo extensivo su premio a sus profesores del Codema "por las maravillosas oportunidades" que le han brindado y a su familia y a sus amigos por el apoyo que le han brindado para priorizar sus estudios.

El resto de premiados son profesores. Raquel García, docente de Educación Física del colegio Pumarín, recogió el "Eleuterio Quintanilla" en la categoría de proyecto docente como responsable del plan educativo del Pumarín para fomentar la actividad física, una iniciativa que ha hecho que ya más del 80 por ciento del alumnado haga algún tipo de ejercicio físico fuera del horario de clase. Surf, golf, natación, skate y escalada son algunas de las disciplinas incorporadas a sus rutinas.

El premio a trayectoria docente se lo llevó Carmen Macías, también profesora del Pumarín –que explicó que pese a sus décadas de trayectoria el "peor momento" de su carrera fue la pandemia–, y el galardón de reconocimiento a buenas prácticas recayó en el IES Número 1 por su proyecto "Xixón sostenible... y un planeta". Lo defendió Mar Friera, jefa de estudios, pero estuvo arropada por un nutrido grupos de compañeros que acudieron al acto para apoyarla. El plan ayudó a que el alumnado aprendiese la historia de la ciudad y los retos que afronta en el marco de los objetivos de desarrollo sostenible. "Aunque sean premios individuales, en todos los casos el trabajo ha sido colectivo", recordó la edil Natalia González, que presidió la gala junto a Marcos Juez, jefe de división de Educación, y Miguel Barrero, director de la Fundación Municipal de Cultura.

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