La Escalerona cumple 90 años como "un icono" de Gijón
Los peldaños más famosos de San Lorenzo se construyeron en apenas tres meses en 1933: "Es uno de nuestros lugares más emblemáticos"
Un punto de referencia para los gijoneses y los turistas, la puerta de entrada al Cantábrico para miles de bañistas y una de las postales más famosas de toda la ciudad. Todo eso y mucho más representa La Escalerona, los peldaños más famosos de todo el paseo del Muro de San Lorenzo que en este 2023 cumplirán nueve décadas con la bandera de Gijón oteando al norte. Proyectada en enero de 1933 como parte de un ambicioso plan para generar trabajo para los obreros de la ciudad e inaugurada el 15 de julio de ese mismo año tras apenas tres meses de obras, es por derecho propio uno de los emblemas más queridos en Gijón. Con su termómetro y su reloj siempre afinados, es muy apreciada por los muchos paseantes de la playa y también por los que vienen de fuera. "Es uno de nuestros lugares más emblemáticos", aseguran unos y otros.
Coleaba la crisis del crack del 29 en todo el mundo cuando la tasa de obreros en paro en la ciudad comenzó a ser una seria preocupación para las autoridades municipales. El Gijón republicano apostó a primeros de 1933 por acometer su propio "New Deal" para salir de la situación. Recuerdan las crónicas periodísticas de la época que, el 26 de enero de 1933, el alcalde Gil Fernández Barcia, acompañado de otras autoridades locales, acudió a la sucursal del Banco de España para tratar un empréstito de dos a tres millones de pesetas para acometer obras públicas. Una de ellas terminó por ser lo que se denominó "escalera monumental de acceso a la playa de San Lorenzo". Rebautizada rápidamente por el amable grandonismo local como La Escalerona.
Paseaba ayer al medio día por el Muro de San Lorenzo Andrea Espinosa, una joven gijonesa de 24 años que es entrenadora personal. Es una habitual de la playa, a donde acude casi todos los días a pasear a su perro, "Kalo". Conoce bien la impronta del monumento. "Es preciosa, todo un icono", comenta. Muy cerca de donde está ella iban David Boto y Marta Espina. Boto es del barrio de El Coto. "Es todo un referente de Gijón, tanto para los locales como para los turistas. La verdad, no aparenta la edad que tiene", explica. Espina es de Aguilar de Campoo, un pueblo de Palencia. Pero lleva ya cerca de doce años residiendo en la ciudad. Recuerda que, cuando llegó, La Escalerona le fue muy útil. "Era una forma de orientarme", cuenta.
Volviendo a 1933, también por el mes de enero, una sesión plenaria rechazó acometer con el dinero conseguido la construcción de un hospital municipal. Lo que sí se aprobó fue encargar al arquitecto municipal, José Avelino Díaz y Fernández Omaña, el proyecto para erigir la nueva escalera de abanico de acceso al arenal frente a la calle Jovellanos y estilo racionalista. Avanzando abril de 1933, al día 18, Jesús Gargallo, gerente de la Casa Gargallo, la firma a la que se le adjudicaron las obras, daba su conformidad al proyecto.
En cuestión de tres meses, el 15 de julio, con un sencillo acto que consistió en un paseo de las autoridades por la zona, La Escalerona fue una realidad. En el Gijón de antaño no era raro ver la construcción de elementos públicos mucho más rápido que ahora. Siete meses y medio se tardó en levantar El Bibio en 1888 y tres semanas la tribuna de preferencia de El Molinón para el partido internacional entre España e Italia en 1928. Eran otros tiempos muy diferentes a los actuales.
Fue Miguel Díaz Negrete, hijo del arquitecto autor de La Escalerona, el que se encargó de proyectar la última reforma del monumento, estrenada en el 2002. Ahora, nueve décadas después de todo aquello, La Escalerona sigue siendo un clásico. "Soy de Gijón de toda la vida y, cuando era niña, siempre venía a ella con mi familia. Tengo muchas fotos y es todo un símbolo", afirma Blanca González, una gijonesa más que disfruta sabiendo que los peldaños más famosos de San Lorenzo ya son nonagenarios.
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