Pasión en Begoña y Cimadevilla por la Borriquilla

Cientos de feligreses participan con sus ramos por las céntricas procesiones: "Es el día de los niños"

Procesiones del domingo de Ramos en Gijón

Sandra F. Lombardía / I. Peláez

Gabriel Cuesta / S. F. Lombardía

Salió puntual. Acicalada y peripuesta para la señalada fecha. La Borriquilla asomó por la puerta de los Carmelitas para escenificar la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, un paso que crea devoción entre los más pequeños en un día señalado como este Domingo de Ramos. El tiempo respetó a los numerosos feligreses que se acercaron a Begoña para bendecir sus palmas, todas en ristre, a pesar de las nubes grises que amenazaban con pasar por agua la cita. Al lado de la imagen, el párroco Fidel Gil dio la bienvenida a todos los fieles micrófono en mano. Y lanzó las primeras gotas de agua bendita de su ramo hacia el nutrido grupo de creyentes. Fue el comienzo de una procesión por el paseo que se alargó durante media hora. La devoción por la Borriquilla, que celebró otra multitudinaria procesión desde la capilla de Los Remedios de Cimadevilla, quedó constatada.

El paso comenzó lentamente por las muchas familias que se agolparon en las escaleras de la iglesia. Todas alzaron al cielo sus ramos al cielo. Tarea difícil sin golpear a nadie. Y mucho pudieron tocar con el laurel a la Borrica, como marca la tradición, que avanzaba al ritmo del tambor llevada sobre ruedas por una decena de personas. “Mira, hay que darle una caricia a la borriquita para que camine porque está cansada”, le explicaba José Luis Camblor a Sergio, su hijo de cuatro años, al cuello. Llevaba una pequeña palma con un lazo azul para sus madrina, una amiga de la familia. Un poco más allá, en una equina de las escaleras que dan acceso al parking, Marcos Prendes y sus hijos Aitor y Julia cumplen con la tradición para bendecir la palma a sus padrinos y madrinas, sus tíos. "Venimos todos los años. Es una procesión muy especial", confiesan justo cuando el párroco moja sus ramos.

Había palmas de todos los tamaños y decoraciones posibles. Altas, medianas, pequeñas y más manejables... Con lazos de todos los colores, e incluso bonitas espigas. Y muchos móviles que fotografiaban una imagen para el álbum familiar. Un ejemplo intergeneracional. De abuelos a nietos: la familia Camblor. Celestina, José María y Arturo Fernández esperaban en un banco justo a Evaristo y Victoria Camblor con los pequeños Paula, Nora y Hugo. "Venimos con nuestros ahijados, que son los nietos. Al principio íbamos al Llano, a la parroquia de San Miguel, porque vivíamos allí. Desde hace años, cuando nos mudamos, venimos a La Borriquilla", desliza Celestina mientras esperan el paso sentados en uno de los bancos. Las hermanas Goretti y Élida Suárez, junto a sus parejas David Blanco, José Antonio Cortina, y los pequeños Lorenzo, Martina y Carla. "Tiene algo especial para los niños. La borriquita les encanta. Nosotras ya veníamos desde pequeñas", confiesa. Otra fiel, Ángeles Candás. Acude sola para bendecir el ramo de su ahijada, su nieta Ángela, porque no puede acudir. “Para mí es una tradición muy bonita. Viví encima del Café Dindurra durante muchísimos años, Ya venía con mi madre. Hoy estreno chaquetón y blusa”, presume.

Los feligreses de San Pedro y Cimadevilla también fueron puntuales y previsores. Media hora antes del mediodía era ya difícil ganarse un hueco en primera fila a la entrada de la capilla de Los Remedios, punto de salida de la tradicional procesión de la Borriquilla por el Día de Ramos. Cuando el reloj marcaba en punto, al párroco Javier Gómez Cuesta, pese a hablar por megafonía, solo le escuchaban los de este primer grupo y, para entonces, feligreses con palmas y ramos se agolpaban ya hasta la plaza del Ayuntamiento. "Hoy es el día de los niños, son los protagonistas", defendió el sacerdote, que encabezó una procesión al final tranquila pero que empezó con nervios por un cielo gris que, justo cuando comenzó a procesar el paso de Jesús, amenazó con lluvia.

Los voluntarios de Protección Civil que velaban por la seguridad del paso miraban también al cielo cada dos minutos, e Ignacio Alvargonzález, presidente de la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades Penitenciales de la Semana Santa, fue moviéndose durante todo el recorrido para asegurar el buen estado de las imágenes. Porque la procesión de la Borriquilla de San Pedro parece sencilla: no es muy larga, se desarrolla por el centro y solo hay dos imágenes, la de la Borriquilla y la del niño Jesús. Pero la imagen principal lleva a una decena de niños sentados sobre el paso (procesaban contentos y saludando a sus padres entre el público) y la del niño Jesús la portan integrantes de la Cofradía de Niños apoyados por varios adultos. Para llegar de Cimadevilla hasta San Pedro, además, la comitiva tiene que hacer bastantes giros cerrados, el más llamativo, la vuelta en torno a Pelayo en la plaza del Marqués, y el recorrido se desarrolla entre grupos de feligreses que ya se suben de memoria el recorrido y se van moviendo a lo largo del mismo para conseguirse un nuevo sitio en primera fila. Se levantaban casi tantas palmas como teléfonos móviles.

En una de estas deseadas primeras filas estaban, muy formales, los niños Nel y Gara Santos y Rebeca Bernardo. Son primos e hijos de Roberto Santos y Ainoa Girona, que los traían a ver esta procesión por primera vez. Vecinos de Nuevo Roces y Contrueces, hasta ahora la familia se había quedado más bien al margen de las celebraciones de Semana Santa, pero explicaron que este año harán un esfuerzo por los más pequeños de la casa, que parecen interesarse por el tema. "No sabíamos que a esta procesión venía tantísima gente", reconocieron, sorprendidos. A unos metros, Javier Rodríguez y Marta Infiesto cambiaron ayer su tradición de pasar el Día de Ramos en Begoña y se animaron a acercarse hasta Cimadevilla. Lo hacían vigilando muy de cerca a Nora Vallina, su nieta, de solo dos años. "Es pequeña, pero no es su primera vez, el año pasado ya la llevamos a la procesión", presumió el abuelo.

La amenaza de lluvia del inicio del recorrido solo duró unos minutos. Cuando la procesión bajó del barrio Alto y llegó a la plaza del Marqués, el cielo empezó a abrirse y respetó el resto del paso, por lo que la entrada triunfal de la procesión al Muro de San Lorenzo para girar en Campo Valdés hasta la iglesia se pudo hacer sin paraguas. Fue la tregua justa: en el momento en el que empezaba Gómez Cuesta el oficio de la misa, ya en San Pedro, afuera volvía la llovizna. Buena parte de los feligreses, sin embargo, se quedaron resguardados en un templo que llenó de sobra su aforo y que recibió entre aplausos a los niños de la cofradía, que no pudieron aguantarse un: "¡Viva San Pedro!".

Las citas de la Semana Santa de Gijón

Lunes Santo. Concierto en San Pedro, a las 20 horas, de la Escolanía de San Salvador e impulsado por la Sociedad Filarmónica de Gijón.

Martes Santo. Procesión de las Lágrimas de San Pedro a las 20.30 horas desde San Pedro. Salen las imágenes de la Flagelación y las Lágrimas de San Pedro.

Miércoles Santo. Procesión del Encuentro camino del Calvario. De las iglesia de San José saldrá a las 20.15 horas el paso de Jesús Nazareno y de la Verónica. De San Pedro, a las 20.45 horas, saldrán las imágenes de la Virgen Dolorosa y San Juan Evangelista. El encuentro se producirá en la plaza Mayor y, a continuación, Fernando Llenín, párroco de San José, dará lectura al sermón.

Jueves Santo. Vía Crucis del Cristo de la Misericordia, a las 20 horas desde San Pedro. 

Viernes Santo. Procesión del Santo Entierro desde San Pedro a las 20.00 horas con las imágenes del Santo Sepulcro, la Piedad al pie de la Cruz y la Virgen Dolorosa.

Sábado Santo. La Soledad de María, de San Pedro a la capilla de la Soledad a las 9.00 horas. Saldrán los pasos de San Juan Evangelista y Nuestra Señora de la Soledad.

Domingo de Resurrección. A las 12 horas, salida desde la Capilla de la Soledad de la imagen de la Virgen de la Alegría, y, desde la Basílica del Sagrado Corazón, el paso de la Resurrección. A las 11.45 horas, desde San Pedro, saldrá el paso de San Pedro Apóstol.

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