La figura de la semana | Arancha Vega Pérez Nueva directora del colegio de la Inmaculada

Arancha Vega, una peregrina sonriente en los jesuitas

Profesora vocacional, hizo gimnasia en el Grupo, es madre de dos hijos y disfruta de los paseos por el Muro y las caminatas a Covadonga

Arancha Vega.

Arancha Vega. / Mortiner

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Arrancaba Lev Tolstoi su novela "Anna Karenina" diciendo que todas las familias felices se asemejan mientras que la infelices lo son cada una a su manera. Un razonamiento que bien puede aplicarse a las personas. Lo confirma Arancha Vega Pérez, que aúna todas las características de quien vive con alegría. La primera mujer en dirigir el colegio de la Inmaculada tiene siempre una sonrisa dibujada en la cara. Y es alguien con sobrada inteligencia para ver el lado bueno de las cosas. Dicen quienes la conocen que además anda sobrada de dos dones que no siempre van de la mano: la conciliación y el liderazgo.

Y por ese orden. Conciliación y liderazgo, porque todos los que han pasado tiempo con esta profesora absolutamente vocacional saben de su habilidad para resolver conflictos, para leer a las personas, para indagar en todas las opciones posibles y para ejercer autoridad sin tener la necesidad de dar una voz más alta que otra. Se dice que un jefe es una persona a la que se obedece porque no queda más remedio, mientras que un líder es alguien a quien se sigue por convicción. A juzgar por lo que dicen los que mejor conocen a esta gijonesa, la docente encaja sin duda en lo segundo.

Cuenta una de las personas que más la quiere cuando se le pregunta por ella que las personas felices tienen poca historia. Lo que se puede decir de Arancha Vega es que es la pequeña de cuatro hermanos, dos chicos y dos chicas, y que dio a sus padres muy poquitos quebraderos de cabeza. Explican sus más cercanos que fue una niña agradable, sensata y trabajadora. Y que desde que dejó la cuna demostró calma. Su padre se llamaba Ángel Vega y fue perito industrial. Su madre es Josefina Pérez, mujer dulce y cariñosa que regentó durante 29 años una tienda de moda en la calle Anselmo Cifuentes, cerca de la calle Padilla, donde está la casa familiar.

Amigable y abierta, siempre tuvo don de gentes. Era habitual verla salir con sus amigas por el centro de Gijón. Más de una regañina paterna le cayó por este motivo, aunque la ahora profesora era la clásica cría con la que era complicado enfadarse. Buena estudiante, pasó por el Ordás, el Liceo–La Corolla y acabó el Bachillerato en el Doña Jimena. Hizo Magisterio de una tacada en la Universidad de Oviedo y entró en 1999 a la Inmaculada, justo cuando comenzó la etapa de Educación Infantil. Los niños son su pasión y siempre ha querido estar con los más pequeños.

Una peregrina sonriente en los jesuitas

Arancha Vega / Mortiner

Lo de tener responsabilidades en el centro no es nuevo. Desde 2016 es la directora de la etapa de Educación Infantil. Fue una pionera en ese sentido y lideró el proyecto "Magis", gran transformación metodológica y de renovación de espacios que la Compañía de Jesús ha aplicado en las clases de tres a seis años para ser un referente en la ciudad y en la región. Casada con Pedro Felgueroso, tiene dos hijos que fueron alumnos de la Inmaculada. Su papel de madre le ha venido muy bien para saber qué es lo que quieren las familias, con las que siempre está en permanente contacto, en cuanto a la educación de los niños.

Todo lo contado hasta ahora sirve para hacerse una idea de cómo es Arancha Vega Pérez dentro del colegio, pero fuera de la Inmaculada, los que más la conocen la describen como una persona alegre, con facilidad para las amistades, familiar y a la que le gusta mucho caminar. De hecho, una de sus aficiones en los ratos libres es dar largos paseos por el Muro de San Lorenzo. Un entrenamiento perfecto para sus peregrinaciones a Covadonga desde Gijón, viaje que hace todos los años con un grupo de madres. La última fue la semana pasada, justo unos días antes de que se conociera su nombramiento.

Sus más cercanos la describen como una "disfrutona" de libro. Alguien que sabe vivir con alegría y que busca invertir su tiempo en la familia y las amigas. Viajar con ellas es, de hecho, otra de sus pasiones. La nieve en su juventud y la gimnasia, que practicó siendo joven en el Grupo Covadonga, se encuentran entre sus aficiones algo abandonadas, aunque nunca olvidadas.

Arancha Vega lleva días de mucho ajetreo. Tomará posesión del cargo de directora del centro de los jesuitas en septiembre. Ahora, se centra en terminar el curso antes de asumir el reto más importante de su trayectoria profesional. Su amabilidad, su saber estar, su vocación, su dilatada experiencia y su carácter conciliador son garantías de éxito para una mujer trabajadora, feliz y cuya sonrisa marcará el camino de la educación de centenares de pequeños gijoneses en un colegio que, en la ciudad, es una institución.

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