La figura de la semana | Jaime Viña Olay Ingeniero industrial, nombrado "embajador de Gijón" por el Club de Empresas de Turismo de Negocios

Jaime Viña Olay, un profesor con su ciudad por bandera

Con más de 50 años de socio del Sporting, este amante del "running" que de niño jugaba a fútbol en Begoña es un enamorado del Grupo

Jaime Aurelio Viña Olay

Jaime Aurelio Viña Olay / Mortiner

Gabriel Cuesta

Hay muchas formas de ser embajador de una ciudad. Seguramente, el primer pensamiento que a cualquiera le viene a la cabeza es el del famoseo. Futbolistas, actores, cantantes... Pero es un reflejo lejano a la realidad. Poner en valor la casa común tiene mucho más que ver con otros valores como la constancia, el trabajo o el conocimiento. Son aquellas que dotan a las personas de la capacidad de alzar Gijón a lo más alto. Entre ellas, un claro ejemplo es Jaime Aurelio Viña Olay, una vida dedicada a la docencia en la Escuela Politécnica de Ingeniería y, en particular, a los materiales compuestos que también repercute en su ciudad natal. Con algo tan denso, fácil precisamente no es.

Por eso, Viña, que nació en 1962, acaba de ser nombrado uno de los "Embajadores de Gijón" junto al médico Miguel Ángel Prieto. Un galardón otorgado por el Club de Empresas de Turismo de Negocios que destaca su contribución a la hora de potenciar el posicionamiento de la ciudad como sede de congresos y eventos. Este ingeniero nació en el Sanatorio de Begoña y completó su formación en el Corazón de María. Su madre, Isabel, era ama de casa y su padre, Jaime, estuvo toda la vida al frente de un negocio emblemático de la ciudad, la imprenta Litografía Viña, en La Calzada, ahora cerrado tras quedarse sin relevo generacional. De crío era uno de tantos otros que pasaba tardes y tardes en el parque de Begoña, en la enorme zona de hormigón donde ahora está la pista infantil. Ahí no había renovados juegos, pero sí una veintena de improvisados partidillos de fútbol. Al balón le acompañaban las pedaladas en su bicicleta marca BH, un clásico deseo de todos los chavales de aquel entonces.

Mantiene la pandilla "de toda la vida", amigos del Codema con los que comparte más de cincuenta años de buenos momentos, a los que se unieron a los veintipico algunos exalumnos de los jesuitas. Lee mucha "novela histórica" y disfruta de las películas en casa más que en las salas de cine. Vivió los mejores años de la Movida madrileña. "Mecano", Miguel Bosé, Víctor Manuel, Serrat... Y para salir, el Tik y el Jardín. Sobre todo, recuerda las noches de verano en la segunda discoteca, esperando a que sonasen las canciones lentas. En casa siempre le inculcaron la importancia de los estudios. De hecho, Viña siguió los pasos de su hermana mayor, Isabel, una de las primeras mujeres en cursar la carrera de Ingeniería de Minas, actualmente Defensora Universitaria en la Universidad de Oviedo.

Un profesor con su ciudad por bandera

Jaime Aurelio Viña Olay / Mortiner

En el caso de su hermano, eso sí, como ingeniero industrial. En esa formación llegaría a la que sería su casa en 1980, primero como alumno. Fue cuando pisó por primera vez una de las aulas de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, lo que ahora es la Escuela Politécnica de Ingeniería de la Universidad de Oviedo. Aprendió de "un profesorado duro, pero excelente. Seguramente, no se imaginaba todas las experiencias que iba a vivir entre esas cuatro paredes. Tras las becas y una breve estancia de dos meses y medio en la "mili" al conseguir una exención por un problema de rodilla, se asentó como profesor en 1988.

Viña es una de esas figuras que consagra a la Universidad de Oviedo como una gran familia. A la licenciatura en Ingeniería Industrial, le siguió tres años más tarde el doctorado y, ya en 2012, se perfiló como catedrático de Universidad en "Ciencia de los Materiales e Ingeniería Metalúrgica", adscrita al Departamento de Ciencia de los Materiales e Ingeniería Metalúrgica. Actualidad, del que es director desde 2010. También fue director de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales e Ingenieros Informáticos de Gijón durante algo más de un año, entre 1995 y 1996. Actualmente imparte dos asignaturas: "Ciencia de los Materiales", en segundo curso, y "Materiales metálicos, cerámicos, poliméricos y compuestos", en el Máster en Mecátrónica.

Casado con Cheché Fernández Junquera, profesora en el Conservatorio Profesional de Música y Danza, tiene dos hijos: Jaime y Pelayo. Siempre presume de ser "muy gijonés y sportinguista". Suma a sus espaldas más de cincuenta años como socio. El primer año de abonado fue precisamente en el ascenso a Primera del técnico gallego Luis Cid Pérez, el popular Carriega, con Quini, Churruca... Ahora al Molinón acude con su hijo pequeño, Pelayo. Ahí reconoce que es "un poco ultra" y necesita "explayarse". También se confiesa "muy grupista". Disfruta del "ambiente especial" en los vestuarios con los socios más veteranos. Su pasión es el running. Un deporte que ahora practica de forma más moderada por los problemas de rodilla. Hasta la pandemia, no se perdía la oportunidad de ponerse el dorsal, con más de veinte ediciones consecutivas de la San Silvestre a sus espaldas. La primera, en 1996 cuando su mujer estaba embarazada de Pelayo. Y la mayor distancia recorrida, alguna que otra media maratón de Gijón.

Viña ha destacado siempre por su dedicación a los materiales compuestos. Son décadas de trabajo de investigación a sus espaldas, desde los 90. Inquieto por naturaleza, colabora con numerosas empresas internacionales y ha formado parte de un buen número de proyectos junto a firmas del Parque Científico Tecnológico. También en Congresos, publicaciones de revistas, cursos... Por ejemplo, en 2013 destacó al liderar un grupo de investigación creado para estudiar cómo frenar las grietas que surgen en los materiales empleados para fabricar el fuselaje de los aviones. El objetivo era analizar y frenar el desarrollo de grietas en elementos como las alas, un estudio que suscitó interés de un buen puñado de organismos.

Que Viña es un embajador de Gijón con todas las de la ley quedó más que demostrado el pasado mes de junio, cuando consiguió traer al recinto ferial el Congreso Bienal de Materiales Compuestos fruto de su empeño y gran labor como presidente del comité organizador. La cita, "MATCOMP23", convocó a doscientos participantes, a casi 25 universidades y centros de investigación y a 17 empresas patrocinadoras. Casi nada.

Suscríbete para seguir leyendo