Gijón vibra con Manolo García: tres horas de una eterna máquina musical en vivo

El cantante entusiasma en Gijón, en la Laboral, con un concierto pleno de guiños y complicidad con el público: "Uno siempre vuelve a donde fue feliz"

Pablo Antuña

Pablo Antuña

El inicio fue ya toda una declaración de intenciones. Manolo García, sentado en un sillón, entonó en acústico, y con palabras en asturiano, el "Asturias patria querida". Lo hizo con sentimiento y emoción. El popular cantante y compositor, con cuatro décadas de trayectoria a sus espaldas, vivió un año en Gijón. Por eso la cita de ayer en la Laboral la afronta con un toque nostálgico y especial. Como si estuviera en casa. Y lo estuvo. Porque su concierto de ayer en un abarrotado teatro de la Laboral, el último que da este año en su gira "Teatros", fue toda una fiesta. Cerca de tres horas –con descanso incluido–, en las que interpretó unas 30 canciones, y en las que la complicidad y conexión con el público fue más que patente. Y Manolo García también correspondió con muchos guiños, bajando más de una vez del escenario para estrechar las manos con sus fans.

"Muy buenas noches, ¿cómo andáis? ¿Estáis contentos? Quise empezar con ‘Asturias’ porque fue para mí una patria muy querida y lo es todavía. Por eso la he cantando con el corazón", indicó al público en su saludo el cantautor catalán. "Uno siempre debe volver al lugar donde fue feliz", enfatizó.

La velada musical comenzó con los acordes de "Los críticos amantes", "Si todo arde" y "Dibujar en mi piel". Y llegó en ese primer tramo de concierto un momento especial, con "Ya no danzo al son de los tambores", tema que se remonta a su época en "El último de la fila", y con el que el público se entregó. García les correspondió bajando al patio de butacas, de donde recibió flores y regalos, y el cantante se paró a estrechar las manos de todo el público de las primeras filas. Un acto que se repitió más veces, y que le hizo acabar con una bufanda del Sporting en el cuello, ante la mirada del entrenador rojiblanco Miguel Ángel Ramírez que asistió al concierto, y una bandera de Asturias alzada al aire.

El guiño al Sporting de Manolo García en su concierto en Gijón.

El guiño al Sporting de Manolo García en su concierto en Gijón. / LNE

"¡Máquina!" le gritaron sus fans, en uno de los momentos divertidos, que hicieron responder al propio cantante. "Es muy bonito, mola mucho", respondió a ese piropo.

Pese a sufrir un susto hace un año, con una miocarditis, Manolo García sigue derrochando vitalidad y energía. No se deja nada en el escenario. Bien con la guitarra, la armónica, las palmas o unos bongos, o arrancándose con sonidos flamencos en sus últimos temas.

Aunque el concierto se enmarcaba en torno a sus dos últimos trabajos, "Mi vida en Marte" y "Desatinos desplumados", sonaron éxitos de toda su carrera; que hicieron vibrar al público, como "Nunca es tarde", "Pájaros de barro", "A San Fernando", "Lápiz y tinta" o "Insurrección", hasta llegar al cierre con "Carbón y ramas secas", para dejar a todo el teatro en pie para despedir a Manolo García, toda una máquina musical, que aunque pasen cuatro décadas, sigue cautivando como el primer día.