Entrevista | Tomás Fuentes Cómico de "La Ruina", ofrece un show hoy en el teatro de la Laboral

"Todo el mundo tiene una anécdota pulida como si fuera un monólogo"

"Reírse de lo malo que nos pasa ayuda bastante, pero para hacer terapia mejor ir al médico"

Tomás Fuentes.

Tomás Fuentes. / LNE

Pablo Antuña

Pablo Antuña

Tomás Fuentes es una de las mitades del show "La Ruina" junto a Ignasi Taltavull. Guionista de origen, ahora disfruta de la experiencia de subirse a un escenario y dejarse llevar por la improvisación de una propuesta en la que el público es protagonista con sus experiencias. Esta noche (21.00 horas) estará en el teatro de la Laboral con su espectáculo, y con un invitado sorpresa.

¿El humor es la mejor terapia contra todo?

–Ayuda bastante a quitarle hierro al asunto, reírse de lo malo. Pero que nadie se tome al pie de la letra lo de la terapia, mejor ir al médico.

–¿Cómo será su show en Gijón?

–Ya me gustaría saberlo. Somos los primeros sorprendidos. Sabemos que ya hay más de 80 personas que quieren contar su ruina. Es un lujo, somos los primeros que disfrutamos con esas anécdotas que nos cuentan.

–¿Les sorprende que el público rompa esa barrera de subirse al escenario y soltarse para contar sus experiencias?

–Mucho. Cuando empezamos, nuestro mayor miedo era que la gente tuviese vergüenza. No es lo mismo contarlo delante de 30 que de 800 personas. Pero a la gente le da igual, tiene ganas de contar su historia.

–Con tantas propuestas en torno al humor, ¿la improvisación da un toque especial?

–Tanto Ignasi como yo venimos del guión y rajábamos de esto, de que nos iban a quitar el trabajo. Pero hemos aprendido que es un poco la manera para que la gente se involucre y participe, y para que se vea un poco un formato más fresco y espontáneo.

–¿Cuál es su anécdota más embarazosa reciente?

–Pues que estuve seis horas para montar una mesa y es algo absurdo, porque interpreté mal las instrucciones y me retrasé por una pieza. También diría otra embarazosa, que fue cuando me reconocieron por la calle y me vinieron a saludar mientras estaba recogiendo una caca de perro.

–¿Existe un riesgo de abusar de las anécdotas y quedarse con ese prototipo del cuñado pesado?

–Todo el mundo tiene como mínimo una anécdota que ha explicado mil veces, y de alguna manera la han pulido como si fuera un monólogo, porque sabes dónde hacer las pausas y eliminar lo que no interesa. Es algo que has hecho sin saberlo. Por eso todo el mundo tiene claro lo que contaría y para nuestros shows descarta muchas anécdotas de cuñado.

–¿Qué temas son los que mejor acogida tienen y los que más cansan para echarse unas risas?

–Últimamente ya hemos avisado que haya un freno en las anécdotas escatológicas, porque todo el mundo tiene alguna. Quizás las de juventud, borrachera y demás son habituales. Pero diría que cada vez las hay más raras, como si fueran seleccionados y rebuscando para sorprendernos con cosas más originales.

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