"Sí, iba en el barco con la droga": el narcopolizón de El Musel asume su culpa y esta es la pena por intentar meter más de 100 kilos de coca

El acusado, que reconoció los cargos ante el tribunal, viajó escondido en una grúa, con cuchillos y un teléfono satelital

El "narcopolizón" de El Musel, esta mañana en el juicio

El "narcopolizón" de El Musel, esta mañana en el juicio

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Viajó escondido en una grúa de carga en un buque mercante que iba de Colombia a Gijón. Llevaba cuchillos, un teléfono satelital y también más de cien kilos de cocaína. En realidad, 111 kilos. Y esta mañana, en la sección octava de la Audiencia Provincial de Gijón, donde se celebró el juicio, se limitó a reconocer los hechos. "Sí, iba en el barco con la mercancía", alcanzó a decir ante la jueza el "narcopolizón" de El Musel, al que le pedía la Fiscalía seis años y un día de cárcel y una multa de seis millones de euros. Al reconocer los hechos, fue condenado a esa misma pena. Si bien, cuando cumpla dos años en la cárcel (cosa que pasará en marzo) podrá conmutar lo que le queda de condena por la expulsión del país.

La sesión se celebró esta mañana en el Palacio de Justicia de Gijón y fue breve. Estaba fijada para las nueve y media y en apenas diez minutos quedó resuelta. El Ministerio Fiscal, en su escrito de conclusiones provisionales, había hecho el siguiente relato de los hechos. El buque M/V “Iraklis”, con bandera liberiana, había zarpado de la ciudad de Barranquilla (Colombia) el 5 de marzo de 2023 para transportar una partida de 27.200 MT de cok siderúrgico hasta el puerto de Gijón, donde llegó el día 20 de ese mismo mes. Mientras el barco realizaba la ruta el procesado, nacido en 1963, de nacionalidad colombiana y sin ningún arraigo en España, accedió con ayuda de terceras personas al interior del barco, ocultándose en el interior de la grúa número 2 de cubierta. La finalidad del procesado era transportar sustancia estupefaciente para destinarla al tráfico en un lugar no determinado de Europa.

El fiscal explica que el 7 de marzo, sobre las 11.15 horas, mientras un tripulante del barco realizaba labores de limpieza en el interior de la grúa número 2, este descubrió al procesado, que portaba dos cuchillos ocultos en la parte trasera de su pantalón y una cartera con documentación. El tripulante, en compañía de otros compañeros, dio entonces aviso al capitán. A continuación, los marineros realizaron una inspección en la grúa y encontraron víveres y un traje de neopreno con capucha y escarpines. La inspección continuó al día siguiente, con más hallazgos: una pequeña bolsa tipo neceser, en cuyo interior había un teléfono satélite, un teléfono móvil, una linterna de buceo, una batería externa y una llave inglesa.

Esa llave inglesa servía para abrir un compartimento situado en la parte superior de la grúa, donde tras retirar la tapa, se localizaron dos bultos envueltos en plástico negro. Los tripulantes, en compañía del capitán, continuaron inspeccionando el buque y localizaron en un compartimento similar de la grúa número 1 otros dos bultos envueltos en plástico negro y de similares características a los encontrados en la grúa número 2.

Los cuatro bultos contenían en su interior un total de 112 tabletas de cocaína, con un peso neto de 111.443,13 gramos y una riqueza del 79,6 %. Una de las tabletas que contenía cocaína tenía instalado un dispositivo de seguimiento GPS. La sustancia intervenida al procesado tendría un precio de venta al público al por mayor de 4.279.499,40 euros. La multa solicitada por el fiscal era de seis millones de euros y la pena de seis años y un día de cárcel.