Los vecinos de Fontaciera se han puesto bajo los focos de la Navidad gijonesa con su costumbre de iluminar las fachadas de las casas y los lindes de las fincas por su cuenta y riesgo, sabiendo de antemano que el desembolso municipal en ornato no llegará nunca a este rincón de La Pedrera, como a casi ningún otro de la zona rural. La tradición, que empezó hace unos años por imitación de vivienda a vivienda y creció durante la pandemia, se conserva intacta incluso en este 2022 del gasto energético desorbitado. Y, en algún caso, incluso ha ido a más. Esos adornos son reflejo del buen ambiente que reina entre los participantes y ejemplo del espíritu de confraternización de estas fiestas, a menudo relegado por su vertiente comercial. Una feliz manera de alumbrar la convivencia.