Opinión

Maricuela, la mujer de la eterna sonrisa

Aunque ya no esté aquí, su espíritu, sus valores y su compromiso permanecen

Maricuela, en una imagen de archivo.

Maricuela, en una imagen de archivo.

Hay días en que la realidad se presenta bruscamente ante ti y te asesta un puñetazo seco y contundente en el estómago que te corta súbitamente el aliento. Hoy es uno de esos días. Suena el teléfono y una llamada escueta nos informa de que nos ha dejado Ángeles Flórez Peón, "Maricuela". De repente, de un segundo para otro, el discurrir ordinario y apacible del tiempo se agita y el presente da paso de inmediato a la memoria.

Porque en mi mente se acumulan un sinfín de evocaciones de Maricuela. La recuerdo sentada en el sofá de su acogedor hogar en Gijón, siempre risueña, siempre afectuosa, siempre dispuesta a compartir un relato, una confidencia. La recuerdo en primera fila de los mítines del PSOE, idolatrada por todos, agitando la bandera con el puño y la rosa que, más allá de un simple diseño que representa a un partido, tantos valores y tanto compromiso simboliza. Los mismos valores y el mismo compromiso que la propia Maricuela encarna en sí misma. La recuerdo, en fin, acudiendo siempre allí donde se la reclamase, con mayores, con jóvenes, resuelta a explicar por qué siempre hay que dar la batalla para construir un mundo mejor, más justo, más solidario.

Vivimos tiempos complejos en los que algunos extremismos quieren poner en cuestión valores, derechos y libertades que una mayoría de nosotros consideramos firmemente arraigados en nuestra sociedad. Y, frente a eso, la figura y la trayectoria de Maricuela nos enseñan varias cosas. La primera, que no hay que dar ningún derecho por sentado y que los avances y las libertades solo se consiguen si se pelea por ellos, como ella hizo durante toda su vida. Y la segunda, que hay que conocer bien el pasado para no repetir los mismos errores en el futuro; por eso ella siempre estaba dispuesta a relatar a todo aquel que quisiera escucharla, sobre todo a los más jóvenes, su historia, sus dificultades y, sobre todo, su lucha para hacer frente a las desigualdades y las injusticias, para edificar una sociedad abierta, tolerante y libre que dejase atrás la larga noche de la dictadura y caminase hacia una democracia fuerte y asentada como la que hoy disfrutamos. Una democracia conseguida con el esfuerzo y el sacrificio de muchos, como Maricuela.

Hoy los y las socialistas de Asturias, y también los de toda España, lloramos el desconsuelo que supone la pérdida de Maricuela. Lloramos porque no volveremos a ver su eterna sonrisa, a oír su dulce voz, a escuchar sin perder un segundo de atención sus historias, sus lecciones de vida. Pero, en el fondo de nuestros corazones, sabemos que aunque Maricuela ya no esté aquí, su espíritu, sus valores y su compromiso permanecen. Y a eso nos aferramos con todas nuestras fuerzas.

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