Oviedo, E. FUENTES

Los jefes de filas demócratas en la Cámara de Representantes de EE UU peleaban anoche uno a uno el puñado de votos que les faltaban para conseguir la mágica cifra de 216 que permita que hoy se apruebe la ley de reforma sanitaria. La votación está prevista para las seis de esta tarde, y los líderes demócratas se mostraron ayer confiados en que el texto saldrá adelante. La nueva ley dará cobertura médica a 31 millones de personas más, pondrá coto a los abusos de las aseguradoras y reducirá el gasto sanitario.

El propio presidente Obama se reunió a las nueve de la noche en el Capitolio con los legisladores demócratas en un último intento de asegurarse los votos precisos. De salir adelante la ley, Obama habría visto cumplido el principal punto de su agenda interior y habría logrado, con concesiones subsanables, hacer realidad un proyecto que los demócratas acarician desde hace décadas.

El principal escollo lo planteaba anoche un pequeño, pero ahora muy necesario, grupo de representantes antiabortistas que reclamaban la incorporación de un párrafo que prohíba taxativamente la financiación de abortos con fondos públicos. Sin embargo, la presidenta de la Cámara, la demócrata Nancy Pelosi, dio por rotas las negociaciones a media tarde: «La ley es la ley, y no se va a cambiar», dijo a varios medios escritos estadounidenses. «Otra cosa es que se pueda alcanzar un acuerdo sobre un posterior decreto presidencial», añadió.

La modalidad de votación de la ley también ha consumido no pocas horas de negociación. Hasta ayer se pensaba que primero se sometería a consideración el texto aprobado meses atrás por el Senado y que, en caso de ser asumido como propio por la Cámara, se votaría después una ley complementaria destinada a dar satisfacción a los representantes demócratas descontentos.

Además de los antiabortistas, las filas de los descontentos incluyen a quienes rechazan el texto del Senado por no incluir un pilar público del sistema sanitario, que sí se preveía en el texto que en su día aprobaron los Representantes, al que renunciarán hoy si asumen el del Senado.

La perspectiva de las elecciones de noviembre ha obligado a cambios de última hora, ya que algunos legisladores no quieren que se les pueda acusar de haber dado el «sí» al texto del Senado. Por ello ambas leyes -la senatorial y la complementaria- se someterán a votación en un único paquete, un matiz que puede tener importancia cuando empiece la campaña electoral.

En cualquier caso, y aunque hoy logre ver aprobada su ley, Obama tendrá que hacer frente a una nueva oleada de opositores: los gobernadores republicanos. Varios de ellos ya han anunciado que recurrirán el texto por considerar que invade facultades reservadas a los estados. Esta iniciativa republicana es un último recurso que pretende tumbar la ley en el Tribunal Supremo, donde los conservadores tienen la mayoría.