Washington / Oviedo

La última estimación hecha pública por los servicios secretos estadounidenses apunta a que Irán tendrá capacidad para construir su propio armamento nuclear en un plazo de tiempo que oscila entre los tres y los cinco años, según informó ayer Jane Harman, presidenta del subcomité de Seguridad Interna de la Cámara de Representantes. Esta nueva estimación introduce un pequeño retraso con respecto a otras previsiones anteriores, todas las cuales barajaban una horquilla situada entre 2010 y 2015.

Según fuentes políticas estadounidenses, la razón de que la capacidad nuclear de Irán se retrase respecto a las estimaciones anteriores de Estados Unidos estriba en algunos «problemas técnicos» que están teniendo los iraníes con las miles de máquinas centrifugadoras que existen en la planta de enriquecimiento de uranio de Natanz, situada en el centro de Irán.

Estas especulaciones se han hecho públicas al día siguiente de que se clausurase en Washington la cumbre sobre seguridad nuclear que, convocada por el presidente Obama, ha reunido a representantes de 47 países, entre ellos 38 jefes de Estado y Gobierno, incluido el presidente Zapatero.

Durante la cumbre, y mediante gestiones bilaterales, Obama intentó que China -con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU- se sume al conjunto de países que quieren imponer sanciones a Irán. Sin embargo, y pese a informaciones optimistas de la Casa Blanca, no lo ha conseguido y Pekín sigue afirmando que la vía de la diplomacia es la única que por el momento permanece abierta.

La respuesta del presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, a la cumbre nuclear ha sido el anuncio de una carta dirigida al presidente Obama, cuyo contenido no se ha hecho público. La carta representa, según Irán, una expresión de la voluntad del régimen de los ayatolás de colaborar con EE UU. Irán viene alternando desde hace varios años los desplantes y los acercamientos, en una secuencia de movimientos que, por el lado de la comunidad internacional, se ha visto punteada por varias resoluciones en las que la ONU impone sanciones al régimen de los ayatolás.

«Estamos dispuestos a colaborar y a hablar, si nuestros derechos son respetados», explicó el mandatario iraní a la televisión estatal, en alusión a EE UU, el país al que, junto con Israel, considera su mayor enemigo.

En el plano escueto de los hechos, el director de la Agencia Atómica, Yukiya Amano, afirmó que las negociaciones para que Irán enriquezca su uranio en el extranjero están estancadas y expresó su preocupación ante la posibilidad de que Teherán reduzca su cooperación con los inspectores nucleares si el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas impone nuevas sanciones contra el país persa. Coincidiendo con la cumbre nuclear de Washington, Irán ha hecho una oferta que todavía no ha recibido respuesta por parte de las potencias.