Bruselas / Oviedo

Independentistas de derechas en el norte flamenco (N-VA) y socialistas en el sur francófono (PS) serán los responsables de encauzar en primer lugar las negociaciones para la formación de un gobierno federal en Bélgica, que se anuncian extraordinariamente difíciles, debido no sólo a la reivindicación soberanista flamenca, sino a las diferencias ideológicas que separan a ambos partidos en lo económico y lo social.

Los soberanistas flamencos exigen una nueva descentralización del Estado, con la transferencia a las regiones de competencias sacrosantas para la izquierda como es la Seguridad Social. Además, el N-VA, con el apoyo de los demás partidos de Flandes, insiste en que se divida inmediatamente el distrito electoral de Bruselas-Halle-Vilvoorde.

Conocido habitualmente por sus siglas (BHV), este distrito electoral viene siendo el de la discordia y fue el desencadenante de la crisis de Gobierno que condujo al adelanto electoral. Los flamencos pretenden que se acabe con las ventajas lingüísticas de que disfrutan los francófonos que habitan en la periferia flamenca de la capital.

Bruselas ha sido siempre la clave de todas las disputas, y de su destino depende el futuro de Bélgica. Habitada por una población mayoritariamente francófona está, sin embargo, enclavada geográficamente en Flandes y los flamencos la consideran su capital histórica.

Como solución a la disputa, en los años ochenta se decidió convertir a Bruselas en una región bilingüe, no dependiente de Flandes (neerlandófona) ni de Valonia (francófona), con sus propias instituciones en las que la minoría flamenca tendría una representación garantizada.

Pero, mientras que en el resto del país la frontera lingüística entre Flandes y Valonia ha quedado trazada con precisión, en los alrededores de Bruselas los límites siguen siendo difusos. Importantes minorías francófonas de la periferia disfrutan de los mismos derechos que los francófonos de Bruselas, pese a vivir en territorio flamenco. Se trata en total de unos 150.000 belgas de habla francesa que gozan de unos privilegios que los flamencos quieren abolir.

Es esta excepción la que quieren abolir todos los partidos del norte con la exigencia de que se parta el distrito electoral y judicial de Bruselas-Halle-Vilvoorde. Esas tres letras, BHV, explican todas las crisis y bloqueos que ha padecido Bélgica en estos últimos años, cuya solución no parece ahora más cerca tras el éxito de las tesis soberanistas en Flandes.

De hecho, aunque el proceso de votación transcurrió ayer con normalidad en el distrito, se vio marcado por la negativa de los concejales de 17 municipios a organizar la votación, en protesta por el fracaso de las negociaciones para pactar la escisión del distrito. La división de BHV fue ordenada por el Tribunal Constitucional en 2003, pero los partidos políticos no han logrado llegar a un acuerdo sobre cómo hacerlo desde entonces.