Alexandr Lukashenko, primer y único presidente de Bielorrusia durante dieciséis años, seguirá en el poder tras los comicios de ayer, en los que dirigentes de la oposición fueron golpeados durante las protestas la calle, incluido el candidato Vladimir Nekliaev, quien resultó gravemente herido. Encuestas y resultados parciales dan por ganador a Lukashenko, con entre el 72 y el 89 por ciento de los votos.

Mientras cerraban los colegios, uno de los nueve candidatos que desafiaron a Lukashenko, Vladimir Nekliaev, fue agredido por la Policía y sufre una lesión cerebral, por lo que tuvo que ser hospitalizado. También fue atacado y herido frente a la sede del Gobierno el candidato Vitali Romasheveski. Los enfretamientos más duros los protagonizaron miles de manifestantes con los antidisturbios y hasta lograron romper varias puertas del mencionado edificio, aunque no consiguieron superar las barricadas, informa la agencia.

La televisión rusa mostró cómo Nekliaev y varias decenas de acompañantes fueron bloqueados y detenidos por la Policía, luego sonaron estruendosas explosiones y hombres vestidos de negro arremetieron contra ellos a porrazos tirándolos a todos al suelo con la cara hundida en la nieve.

A diferencia de anteriores comicios, esta vez Lukashenko se esforzó bastante por mantener las apariencias y hasta permitió a sus nueve rivales aparecer en la televisión.

El jueves su paciencia se agotó, y el «batka» («padre») descargó sus iras contra los observadores internacionales. «Quiero que me oigan los presidentes de las comisiones electorales y no permitan a nadie fotografiar, sellar, firmar, afirmar. (...) Sus decisiones serán apoyadas por la fuerza», advirtió.

Justo para entonces, en el segundo día de la votación preliminar que la oposición considera como principal instrumento de fraude y en la cual, según datos oficiales, emitió su voto mas del 23 por ciento del electorado. También entonces fueron impedidos los intentos de la oposición de controlar lo que ocurría en los colegios.

Cuando faltaban seis horas para el cierre de los colegios, una de las tres empresas a las que oficialmente les fue permitido encuestar a los electores, adelantó que Lukashenko ganaba con más del 74 por ciento. A la hora del cierre el apoyo subía al 79% y los resultados de las votaciones en las «mesas cerradas», tales como unidades militares, hospitales y otras instituciones le daban un 89%.

A pesar de las advertencias, la amenazadora presencia de blindados y antidisturbios en el centro de la capital y de la agresión a Nekliaev, varios miles de opositores salieron a la calle. Cercados por la Policía y los blindados, bajo pancartas que exigían «Nuevas elecciones sin Lukashenko», banderas nacionales y de la Unión Europea, los oradores opositores afirmaban que el jefe del Estado ni siquiera consiguió el 50 por ciento, necesarios para vencer en la primera vuelta.

El último dictador de Europa despreció las protestas y dio por hecha una victoria que ya estaba garantizada antes de una jornada electoral marcada por el fraude masivo, según denuncia la oposición, que lo acusa de sustituir las urnas por otras llenas de votos a su favor. «Que nadie espere una elección, será un autonombramiento», alertaba un líder opositor, quien denunció que no iba a haber ningún control del recuento.