Comicios presidenciales
El controvertido exgeneral Prabowo, declarado ganador de las elecciones en Indonesia
Más de 3.000 policías se han desplegado este jueves en Jakarta para evitar más disturbios por las protestas que claman contra un presunto fraude
Adrián Foncillas
Ha pedido unidad Prabowo Subianto y han respondido sus rivales impugnando los resultados electorales. Se abre un lustro agitado en Indonessia tras la victoria de un septuagenario militar con un turbio pasado y jubilado ya Jokowi, la gran figura de la política nacional, tras sus dos mandatos reglamentarios. Los resultados de los comicios celebrados el mes pasado, revelados este jueves por la Junta Electoral, no se distancian de lo apuntado por las encuestas: una victoria aplastante de Prabowo por el 56% de los votos que ahorra al país la segunda vuelta.
"A todos los que no nos habéis votado, dadnos una oportunidad. Comprobaréis que trabajaremos lo más duro posible para todo el pueblo indonesio", ha pedido Prabowo. Apenas el 25% de los votos ha conseguido Anies Baswedan, antiguo rector y gobernador de Jakarta, mientras el 16% fueron a parar a Ganjar Pranowo, exgobernador de la provincia de Java y líder del Partido Democrático-Lucha.
No escasean las protestas fragorosas de los derrotados en la casuística electoral indonesia. Prabowo, sin ir más lejos, las fomentó tras perder contra Jokowi, su actual aliado, y aquellos días tumultuosos dejaron ocho muertos. La prioridad actual es impedirlas. Más de 3.000 policías habían sido desplegados este jueves por los puntos más sensibles de la capital, Jakarta, para evitar más disturbios de los que han encadenado manifestaciones en las últimas semanas clamando contra el presunto fraude. "Una presidencia nacida de un proceso manchado sólo puede resultar en un régimen con políticas injustas", ha clamado Anies. Él y su compañero de derrota, Pranowo, han anunciado que llevarán las irregularidades a los tribunales.
Reforma de los requisitos
Algunos de sus lamentos son comprensibles. El hijo de Jokowi, Gibran Rakabuming, pudo concurrir como número dos de Prabowo porque una corte constitucional reformó a la carrera los requisitos. El tribunal estaba presidido por el cuñado de Jokowi así que nadie discute el impúdico enjuague. Tampoco pareció casual que el Gobierno, en vísperas electorales, regara de arroz, fertilizantes, dinero en metálico y otras ayudas sociales algunas de las regiones claves para los resultados. Y no son descartables las irregularidades contables en algunas circunscripciones.
Esas cuestiones serían relevantes con un resultado ajustado. Con una victoria tan aplastante no parecen más que pataletas de mal perdedor. Las elecciones en la tercera mayor democracia del mundo son un improbable éxito: un país con 240 millones de personas y 17.000 islas que se extienden por tres husos horarios y con infraestructuras y tecnología muy mejorables. La operación en esa logística infernal queda resuelta en un día. Los desajustes son inevitables pero pocos dudan de la justicia del resultado.
Son más legítimas las dudas sobre la biografía de Prabowo. El yerno del brutal dictador Suharto ha sido acusado de variadas violaciones contra los derechos humanos y en 1998 fue expulsado con deshonor del Ejército por el secuestro y tortura de activistas prodemocráticos que se oponían a su suegro. Trece de ellos siguen desaparecidos. También se le achacan violaciones de derechos humanos y masacres con cientos de muertos en Papua y Timor-Leste. Prabowo ha negado los cargos y se ha esforzado en limar su imagen de tipo duro. Fueron celebrados sus rítmicos contoneos en los actos de campaña y la juventud, que no sufrió a Suharto, le ve como un entrañable abuelo bailarín. Organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional han alertado de los riesgos sobre un país que acometió una ejemplar transición democrática.
No será una legislatura armoniosa con un legislativo combativo. A Prabowo le falta la mano izquierda de Jokowi para solidificar alianzas que le procuraba un 80% de apoyos parlamentarios. Tampoco es segura la solidez del vínculo entre Prabowo-Jokowi. Un vistazo a la vecina Filipinas legitima las dudas. Ferdinand Marcos ganó las elecciones con la hija de su predecesor, el levantisco Rodrido Duterte, como segunda. Han bastado dos años para romper aquel acuerdo entre ambas dinastías políticas.
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