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El valle donde Asturias se asoma al mundo mediterráneo

El microclima del alto y medio Navia da entrada a plantas y animales ausentes o muy raros en el resto de Asturias

El valle donde Asturias se asoma al mundo mediterráneo

El alcornocal de Boxo, en la sierra de Carondio, en Allande, constituye una de las visiones más insólitas del paisaje asturiano. Sin embargo, otro pequeño rodal de alcornoque, en San Esteban de los Buitres (Illano), y los árboles aislados de esta especie que aparecen en el seno de carbayedas y melojares en diversos puntos de la cuenca alta y media del río Navia relativizan esa impresión, aunque sólo en este valle; en el resto de Asturias no hay sufreiras, como se conoce en el habla local a estas quercíneas, típicamente mediterráneas. Y no es el alcornoque la única peculiaridad biológica asociada a la angosta cuenca del Navia, que fluye hacia el Cantábrico desde los Ancares lucenses. Ello se debe a la baja altitud de las cumbres que la delimitan, responsable de que la influencia oceánica pierda fuerza y, como consecuencia, las precipitaciones disminuyan, y el calor estival y la amplitud térmica (la diferencia entre la máxima y la mínima anual) aumenten. A través del Navia, Asturias se asoma al mundo mediterráneo y recibe diversas especies de flora y de fauna ausentes del resto de la comunidad y otras con una presencia muy escasa y localizada en ambientes similares.

Los alcornoques del Navia son una singularidad en Asturias, pero no en el conjunto de la región atlántica o eurosiberiana (grosso modo, la franja norte peninsular, hasta el Pirineo occidental por el Este), pues existen numerosos núcleos en Galicia, tanto interiores (en los cañones del Sil y del Miño) como, sobre todo, costeros (Rías Bajas, península de Morrazo y los territorios inmediatos a la frontera lusa), y manchas localizadas en la comarca cántabra de Liébana y en el municipio guipuzcoano de Zumaya. Estos y otros bosquetes dispersos por la península Ibérica se interpretan como vestigios de una distribución antigua mucho más amplia que la actual (concentrada en Extremadura y en el Alentejo, con bosques y dehesas notables también en Huelva, Córdoba y Ciudad Real).

La vegetación del Navia suma otros dos elementos exclusivos, asociados a los bosques de ribera y coincidentes en su distribución. Se trata de dos arbolillos o arbustos: el fresno de hoja estrecha, que participa en la composición de las alisedas, y la salguera blanca, presente en las saucedas y endémica de la península Ibérica. Ambas especies, distribuidas por todo el valle al sur de Illano, crecen tanto en las orillas de los embalses (el Navia está represado en su mayor parte: Suarna -Lugo-, Grandas de Salime, Doiras y Arbón) como en los tramos naturales del río y, el fresno, también en vaguadas húmedas.

El madroño, localmente erbedeira o borrachinal (el segundo apelativo hace referencia al contenido alcohólico de su fruto), acompañante típico de los alcornoques, participa de la preferencia mediterránea de las especies anteriores, pero su mayor flexibilidad ecológica le permite prosperar en ambientes atlánticos, principalmente asociado a carrascales en laderas soleadas de suelos secos y pedregosos, de modo que está relativamente extendido por el resto de la región.

La fauna de este valle cuenta igualmente con varios elementos peculiares. Los más específicos son dos pequeños pájaros migratorios vinculados a las laderas cubiertas de brezos y escobas: las currucas carrasqueña y tomillera. La primera aparece localizada en las zonas más interiores, en Grandas de Salime e Ibias, mientras que la otra ha sido descubierta este mismo verano en Villayón por el ornitólogo Xurde Gayol, si bien no ha llegado a confirmarse la reproducción de ninguna de las dos parejas observadas. Ambas son especies de distribución marcadamente mediterránea, aunque las dos cuentan con pequeños núcleos marginales en la España atlántica, los de la curruca carrasqueña en el oeste de Orense y en Álava, y los de la tomillera, en los páramos del sur de Cantabria, en el norte de Burgos, en el oeste de Álava y, probablemente, en la vertiente leonesa de los Picos de Europa, donde, cuando menos, ha criado un año en la última década.

Otra ave representativa de la cuenca del Navia es la golondrina dáurica, una colonizadora reciente de Asturias, establecida en 1999, precisamente en los concejos de Boal y Pesoz. Desde entonces ha anidado en numerosas localidades asturianas y se ha extendido a lo largo del curso del Navia, llegando hasta la costa. Este proceso se correlaciona con la expansión de la especie hacia el Norte constatada en el conjunto de España desde 1998, con un crecimiento demográfico del 5 por ciento anual, y con la tendencia análoga documentada en el resto de Europa occidental.

Además de estas aves, dos reptiles forman parte de la nómina de singularidades biológicas de este territorio: el lagarto ocelado (el mayor de los lacértidos ibéricos) y la lagartija ibérica, casi endémica de la península (fuera de ella sólo existen poblaciones en el norte de África y en el sur de Francia). Ninguno de ellos es exclusivo en Asturias del valle del Navia, pero los dos tienen aquí sus principales poblaciones. La lagartija, dependiente de los sustratos rocosos, se halla más extendida, mientras que el lagarto, vinculado a las formaciones abiertas de bosque y matorral mediterráneos, se limita al alto Navia, a la cuenca del Narcea, hasta Tineo, y al valle del Deva.

Las diferencias entre este mundo submediterráneo y el resto de Asturias (incluido el Bajo Navia, desde Boal hacia el Norte) se hacen más evidentes en verano, más seco y caluroso en el valle del Navia, aunque ni siquiera aquí llegan a producirse verdaderos episodios de sequía. También es ahora cuando todos sus habitantes se dejan ver; con el advenimiento del otoño, la fauna más específica emigra o se retira a hibernar.

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