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Hace casi un siglo que Trubia acoraza al Ejército

La factoría de la villa cañonera, que ahora fabrica modernos vehículos acorazados, hizo los primeros tanques "made in Spain" allá por 1926, pero no llegaron a saltar al campo de batalla

Operarios trabajando en el 8x8 «Dragón» para el Ejército español en la fábrica de Trubia. | Irma Collín | TOGORES, A LA IZQUIERDA, Y MIGUEL ALCAÑIZ.

Este 2022 se ha cumplido una efeméride militar que aunque ha pasado algo desapercibida tiene una importancia vital, especialmente para el valle cañonero de Trubia. "Hace cien años, en marzo de 1922, se creó en España la primera unidad de carros de combate, que luego derivó en lo que fueron las fuerzas acorazadas españolas", resume el teniente general y directivo de Santa Bárbara Sistemas, Miguel Alcañiz.

Aunque la localidad ovetense –donde está asentada la fábrica de armas que ahora está trabajando a pleno pulmón para hacer nuevos acorazadas para el Ejército español y otros países afines– no estuvo presente desde el principio, su papel protagonista llegó unas décadas después. El caso es que aquellos primeros carros de combate que se movían por España no eran de fabricación propia, venían desde otros muchos puntos de Europa como Rusia, Francia o Italia.

Llegaron por necesidad. El año 1922 fue el siguiente al conocido como desastre de la batalla de Annual, en el que las tropas españolas fueron derrotadas en la guerra del Rif (en Marruecos). Después de aquel revés, el ejército español necesitaba modernizarse y miraron hacia los vecinos franceses.

"En Francia se compraron los primeros carros FT17, que se fueron para Melilla", apunta Alcañíz. Trubia tendrá su protagonismo, pero aún había que esperar. Un pelín. La compañía Santa Bárbara Sistemas, dueña de la factoría trubieca, ha puesto en marcha unas jornadas –en las que está colaborando LA NUEVA ESPAÑA– para divulgar este centenario que se abrieron hace unos días con una conferencia en el Club de Prensa Asturiana del periódico y que continuarán este jueves en la localidad trubieca.

Alcañiz –que fue también coronel jefe del Regimiento Príncipe Felipe asentado en Noreña– asegura que "Trubia es una fábrica de Defensa importantísima. No solamente a nivel nacional, también internacionalmente. Ningún país europeo, salvo Alemania, es capaz de hacer los vehículos, tanto de cadenas como de ruedas, como los que hacemos aquí. Vamos por el buen camino".

Esto es debido, explica el teniente general, a que en la factoría trubieca se cuenta con los últimos avances en ingeniería y tecnología.

Volviendo a la efeméride, Luis Togores, historiador y profesor universitario, asegura que el principal desembarco de los carros militares en España llegó durante los años de la Guerra Civil.

"Vinieron como en dos bloques de lo que por aquella época era tecnología punta. Unos venían de Rusia, el T25 y T26, que fueron los mejores carros de la Guerra; y llegaron también los Panzer 1 que eran alemanes y que eran buenos, pero que no tanto como los soviéticos", asegura.

En España tuvo lugar la primera batalla de carros del mundo. Ocurrió en la localidad madrileña de Brunete durante la Guerra Civil.

Todo aquello fue el germen de las fuerzas acorazadas españolas. "Eran unas fuerzas que siempre han tenido pocos equipos y no muy buenos por falta de recursos económicos", asegura Togores, "lo que me parece más significativo es que durante muchos años todos los carros de combate que hubo en España fueron de fabricación extranjera".

Trubia tuvo un papel decisivo a la hora de torcer esa historia.

Un blindado en la fábrica trubieca Irma Collín

Primeros intentos

"Sí que intentamos tener nuestro propio carro", interviene Alcañiz. Fue el comandante Félix Vedejar el que trató de fabricar aquel primer carro español en Trubia. Aquello ocurrió durante los años próximos a la Guerra Civil, pero debido a la falta de apoyos esa industria que por aquel entonces era incipiente se quedó en una mera tentativa. En nada.

"Al final, a cada uno de los bandos le salía más rentable importar los carros que hacerlos aquí porque desde que haces el prototipo hasta que realmente le sacas rendimiento pasan unos cuantos años", asegura el teniente general.

La estrella por aquella época era el carro de combate ruso que incorporaba una novedad tremenda. "Ya llevaba cañón", apunta Alcañiz, "y eso era una ventaja enorme en el campo de batalla, lograba un alcance tremendo. Tenía más potencia, más blindaje y cabían más personas dentro. El T26 ruso era la estrella de la batalla".

Pronto el Ejército comenzó a darse cuenta de que los carros que se traían de fuera no eran demasiado buenos, con lo que las fábricas españolas lo que hacían era modificarlos a su antojo para mejorarlos. Aquello hizo a factorías como la de Trubia ganar una enorme experiencia para lo que estaba por llegar. Se les cambiaba el motor, porque había algunos que gastaban mucha gasolina y al final, a la hora de echar cuentas, no salían rentables. Lo que sí que solía conservar era el chasis y los cañones.

Aunque el intento de construir un carro de combate integral estuvo ahí y la factoría trubieca puede sacar pecho de haber fabricado los dos primeros carros de combate españoles: el Trubia y el modelo 37. "Ninguno de ellos progresó", aseguró. Aun hubo que esperara varias décadas más. Explica el historiador asturiano Artemio Mortera, especialista en la factoría trubieca, que fue el capitán Carlos Ruiz de Toledo y el oficial Rogelio Areces los que hicieron aquel primer intento de construir lo que se conoció como el carro Trubia. "Aquello se hizo sin presupuesto y sin ningún apoyo oficial", asegura. De aquel primigenio carro de combate se llegaron a hacer en la villa cañonera varios prototipos. Cuatro para ser algo más precisos, cuyo destino es bastante incierto porque no se sabe qué fue de ellos. Algunos historiadores recogen que uno de ellos participo en el sitio de Oviedo durante la Guerra Civil. Lo que parece claro es que esos primeros carros no llegaron a entrar en combate. O al menos no en serio, porque sí que participaron en algunas maniobras.

Fue la Guerra Civil la que paró la producción de Trubia, cuenta Artemio Mortera. De hecho, antes de que estallara el conflicto bélico la planta artillera tenía pedidos para hace medio centenar de carros de combate. No fue posible. Las bombas comenzaron a caer tan cerca de la planta que la producción acabó por trasladarse a un par de comunidades autónomas de distancia. A Sestao, en Vizcaya. "Si hubiera habido un interés real, la fábrica de Trubia tenía todos los ingredientes para convertirse en una empresa automovilística que transcendiera incluso al ámbito militar", asegura Artemio Mortera. Pero no hubo esa voluntad y ahora la factoría ovetense es una punta de lanza del Ejército en España.

Luis Togores y Miguel Alcañiz. José Luis Salinas

Un fallo en Trubia

"¿Fue un problema de ingenieros? Creo que no, porque los había muy buenos. ¿Fue un problema de ingenio para hacerlo? Tampoco", señala Luis Togores, el problema fue que el Estado español no fue capaz de lanzar a unas empresas de armamento que tenían una tecnología punta". Faltó base. No había dinero para respaldar a una industria que sin esa gasolina le fue incapaz de arrancar.

"Ahora seguimos en una situación parecida, no ha cambiado mucho la cosa", señala el historiador. Alcañiz agrega que "en lugar de hacer un prototipo de un desarrollo nuestro era más cómodo comprar en Francia o Rusia".

Pasan los años y el Ejército español continúa armándose y haciendo acopio de carros de combate. "Cuando realmente empezamos a tener una fuerza acorazada fue allá por 1953 cuando era ministro del Ejército Antonio Barroso firma los acuerdos con Estados Unidos", explica Togores. Del otro lado del charco comienzan a llegar unidades de combate acorazadas que ayudan al Ejército español a "dar un salto de calidad", según Alcañiz. Y agrega: "Esos vehículos también tenían una ventaja, que eran fáciles de manejar y no costaba demasiado instruir a las tropas". También eran unos vehículos fiables, sin demasiados fallos mecánicos.

El paso adelante

Es en los años ochenta cuando la fábrica de Trubia da un paso hacia delante. "De aquella Alemania nos cedió el Leopard 2 y comenzamos a fabricarlo aquí con patente germana", asegura. Esos carros continúan en activo. De hecho, muchos de los fabricados por Trubia están ahora de misiones en Letonia.

Ahora, muchos años después la situación en el campo de batalla ha cambiado poco. Aunque la tecnología de los carros es cada vez más sofisticada. Alcañiz resume la situación así: "La lucha de la lanza contra el escudo o del misil contra el escudo sigue existiendo como el primer día". La guerra se ha ido modernizando, adoptando todos los avances tecnológicos que podía, pero en el fondo todo sigue siendo igual. Alcañiz defiende que "los carros de combate tienen que seguir evolucionando para hacer frente a los carros de los enemigos, a la artillería, a los helicópteros, a los misiles y, especialmente, a los drones".

Operarios trabajando en la fábrica Irma Collín

Pocos carros

Togores agrega que "una de las cosas que más me preocupa ahora mismo es que en el Ejército español tenemos pocos carros. Menos de 300". Aunque Alcañiz discrepa. "No estamos mal, para nuestro ejército está dimensionado", agrega. Trubia está ahora mismo trabajando en un programa –el 8x8 Dragón– para intentar incrementar las cifras de carros de combate del Ejército español. "Es un programa en el que estamos trabajando y que va bastante bien, será un vehículo fantástico para la infantería, para la caballería y para suplir los Toas (transporte oruga acorazado) que tenemos que tienen ya cuarenta años", resaltó.

En esa carrera por modernizar al Ejército, el ministerio de Defensa ha incrementado notablemente su presupuesto, un 26%. "El problema es que llevábamos muchos años de hambre, por lo que esto no lo equilibra aún", asegura Togores. Al principio, ese incremento del gasto fue bastante criticado, pero la marejada ha ido decayendo.

"La sociedad está viendo lo que está pasando en Ucrania, que está a las puertas de Europa, y se ha concienciado de que, para defender los derechos y libertades, hace falta un Ejército preparado y equipado, por lo que este incremento del presupuesto es un buen paso adelante", asegura Alcañiz.

Togores agrega al respecto: "La segunda institución más valorada en España son las Fuerzas Armadas".

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