Belén Junquera, una médica que todos "desearíamos tener"

Belén Junquera

Belén Junquera

María Belén Junquera Llaneza, médico de familia, falleció el pasado domingo, 21 de mayo, a los cincuenta y nueve años. Su pérdida ha dejado un gran vacío entre familiares, amigos y compañeros. "Belén era una persona sencilla y amable. Una compañera siempre dispuesta a ayudar y a animar en el momento más necesario. La echaremos mucho de menos", lamentó ayer su compañera Raquel Fernández Puente, visiblemente afectada por la pérdida de su amiga.

Los periplos de la candasina mientras ejerció la medicina fueron dignos de una profesional ejemplar, dedicada plenamente a su pasión: ayudar a los demás con su buen hacer. Junquera comenzó en Galicia. Allí preparó y aprobó la oposición y fue destinada durante más de una década a Andalucía (Ronda primero, Málaga después). Desde allí solicitó el traslado a su tierra y consiguió una plaza en el centro de salud de Teatinos, en el servicio de Medicina Familiar. "Belén era una profesional de la sanidad entregada y responsable. La médica que todos desearíamos tener para cuidar a nuestra familia", aseguró Fernández.

En diciembre recibió un diagnóstico de una enfermedad grave que la doctora Junquera, en un acto de fuerza y determinación para no preocupar a nadie, decidió llevar en silencio en los primeros momentos. A lo largo de todo el proceso, siempre pudo contar con el apoyo incondicional de su amplia familia, especialmente de sus hermanos Flor, Marisa, Begoña, Jesús, Carlos, Pablo y Joaquín Junquera Llaneza, así como de sus compañeros en el ámbito profesional, campo en el que era muy querida, como así defienden sus compañeros de profesión.

Su cuerpo fue velado ayer en el tanatorio de El Salvador, en Oviedo, donde muchos de sus compañeros fueron a darle su último adiós. Por la tarde, la iglesia de La Gesta fue testigo de su funeral, para luego ser incinerada en el mismo tanatorio.