Vegadeo, T. CASCUDO

La relación de Vegadeo con el río es estrecha y, a veces, tensa. Las inundaciones, como la vivida en la madrugada del martes día 4, han sido frecuentes en la historia de este municipio surcado por los cauces de los ríos Suarón y Monjardín. Pese a que la última con trascendencia se remonta al año 1969, han sido más de veinte las grandes avenidas que quedan testimoniadas y documentadas.

En el archivo histórico del concejo la primera riada de la que ha quedado constancia data del 17 de agosto de 1843. Por aquel entonces no existía el encauzamiento del río Suarón que hoy protege parcialmente a los veigueños. En los últimos días los vecinos han mostrado su satisfacción con la obra de encauzamiento a la altura de Vegadeo. La anchura y altura conferida al cauce han evitado que el Suarón se haya comido la villa. Por este motivo reclaman a la Confederación Hidrográfica que agilice los trabajos para continuar con la obra entre el campo de fútbol del Noveledo y Piantón, las zonas más afectadas en la última riada.

Recuerdan los mayores que «el agua se salió por el mismo punto que otros años, por el Noveledo, así que es urgente que canalicen por allí el río». Muchos de quienes hablan lo hacen con conocimiento de causa, testigos la mayoría de la última gran riada, la del 13 de septiembre de 1969.

El río Suarón nace en el Puerto de la Garganta, a 877 metros de altitud, y recibe agua de numerosos arroyos como el de A Miña, Brañais, Añides, Lormes y Montouto. Es Vegadeo el último territorio que atraviesa antes de desembocar en la ría del Eo. Este hecho motiva que en esta zona el río esté influenciado por las mareas cantábricas por lo que, en situaciones de crecida de caudal, el agua se incrementa notablemente en tiempo de pleamar. Es algo que conocen a la perfección los testigos de las riadas y quienes viven con un ojo puesto en el río.

Atendiendo a las riadas que han quedado documentadas en el Ayuntamiento veigueño, llama la atención que en un período entre la última década del siglo XIX y los primeros años del siglo XX, las crecidas del río fueran habituales cada dos o tres años. A partir de 1946 la situación cambia y las inundaciones se vuelven menos frecuentes en el concejo. Esto explica que los más mayores se nieguen a darle importancia al asunto pues «riadas ha habido toda la vida», recuerdan.

Por meses, la historia de las avenidas en el concejo sugiere que son los meses de septiembre, noviembre y julio los más propicios. No obstante también se han registrado inundaciones en agosto, enero, mayo o abril.

Son las imágenes las que mejor hablan y refieren la historia del agua y su complejo equilibrio con la tierra veigueña. Son muchas las fotografías antiguas que se conservan -en la página web www.riadeleo.com se pueden ver algunas de las más impactantes- y que hoy permiten comparar y comprender las dimensiones de las inundaciones. Muchas de ellas han sido captadas por el fotógrafo veigueño Arturo Fernández.

Sus imágenes enseñan ahora el asombro de los veigueños. En muchas de las fotografías se contempla cómo los vecinos, paraguas en mano, observan la virulencia con la que el agua discurre por sus calles. Otras muchas retratan el trabajo del pueblo, volcado para recuperar la normalidad o los rescates efectuados a vecinos atrapados en sus hogares.

El 23 de julio de 1868 se produjo la tercera riada documentada. De ésta además se conserva un dato curioso y es la subasta pública de lodo. Los restos de la inundación dejaron en la villa lodo y tierra muy provechoso para el campo por lo que el gobierno local de la época decidió venderlo y así sacar fondos para hacer frente a los daños causados por el agua.

Treinta y dos años después se registró una de las más devastadoras inundaciones donde el agua llegó a alcanzar el metro y medio de altura. Ésta, junto a la registrada hace 39 años, el 13 de septiembre de 1969, es la peor de la historia veigueña en cuanto a pérdidas materiales.

Las calles Empedrada y Alameda, las que atraviesan el núcleo y son paso obligado desde Asturias o Galicia, son las que históricamente han resultado más afectadas. Ambas discurren paralelas al río Suarón.

Tales fueron las dimensiones de la riada del 69, en la que los vecinos narran la tremenda fuerza del río que arrastraba todo cuanto encontraba a su paso, que los entonces Príncipes de Asturias -actuales Reyes de España- enviaron un telegrama al municipio. El veigueño Juan José Pardo tiene en su poder una copia del mismo en el que se puede leer: «Muy unidos en la desgracia que aflige a Vegadeo les envío un saludo deseando pronta solución todos los problemas. Afectuosamente. Juan Carlos Príncipe de España». Los vecinos describen la fuerza que llevaba el río entonces y el modo en el que entró en los principales comercios de la zona arrastrando buena parte de su mercancía. Latas de aceite, muebles y animales muertos desfilaron por la calle Avenida aquel fatídico día.

Poco a poco regresó la calma, gracias al trabajo de todos los veigueños con «los escasísimos medios que teníamos», relatan. La mala comunicación del Occidente en la década de los sesenta no hizo sino acentuar el desastre que se vivió en la villa, a donde los equipos de ayuda y emergencia tardaron horas en llegar. En los meses posteriores se organizó un concierto benéfico para recaudar fondos y posibilitar la recuperación de la debilitada economía doméstica. Vegadeo no olvida aquel 13 de septiembre.