Después de muchos meses cerrado, al fin el parque de Navia abrió el pasado viernes. Y todo da a entender que la espera ha sido para bien, a juzgar por los comentarios de los vecinos y por la acogida que han dispensado. Nunca el parque reunió a tanta gente ni nunca tantas personas habían acudido al parque provistas de cámaras de fotos, dispuestas a recoger en ellas el colorido de los azulejos azules que lo llenan todo. Incluso el local destinado a suministrar refrescos y helados también guarda armonía con los bancos y con el cerco de los macizos, estando todo él lleno de arbustos. Si alguna objeción cabe ponerle es la poca altura de los macizos de los jardines, que se ven superados por el grijo de su interior. Hay que confiar en que el parque se mantenga en buen estado, ya que se requiere un trabajo importante de baldeo, de siega y de civismo, y que se cuide de que a los niños no se les permita retirar las piedras de los jardines para tirarlas al agua de la ría.