Santa Eulalia de Oscos,

T. CASCUDO

Proceden de diferentes puntos del planeta y el azar les ha reunido en Santa Eulalia de Oscos. Enamorados de su paisaje, enganchados por una forma de vida diferente, han decidido establecerse y crear su proyecto de futuro en las montañas de los Oscos. Comparten talento artístico, aplicado a diferentes materiales, y desde hace unas semanas trabajan juntos en la asociación «Artesantalla», primer colectivo de este tipo que se crea en el concejo.

Los integrantes del colectivo son una decena de artesanos que proceden de puntos tan dispares como Japón, Alemania, Holanda, Bélgica, Austria, Cataluña y Galicia. También son variados sus campos artesanos: desde trabajos vinculados al hierro, ya sea en forja artística o tradicional, siguiendo la estela de los navalleiros del concejo, hasta artesanía del telar y de la madera, cerámica, cosmética natural y lámparas.

Todo empezó con la organización de una exposición con obras de todos los artesanos del concejo, algunos oriundos y, otros, nuevos vecinos. La muestra -que se puede visitar durante todo el año en la sala de exposiciones de Ferreirela de Baxo- fue el punto de partida de este colectivo, que decidió unirse para dar a conocer su trabajo. Tienen muchos planes de futuro, aunque no tienen prisa en desarrollarlos. «Esto debe ser un trabajo paso a paso», matizan.

Entre sus proyectos se cuenta la realización de una exposición homenaje a los viejos artesanos del concejo que nunca han tenido un reconocimiento a su labor. «Queremos que su trabajo no se olvide, ya que muchos son desconocidos». También tienen en mente crear una ruta turística por los talleres artesanos del concejo. Otra idea es la de organizar una feria, pero «no una feria convencional, sino algo diferente que arrastre a la gente hasta aquí», manifiestan.

Cada uno tiene su historia. Olga Busom dejó su trabajó de cámara de televisión en Cataluña para dedicarse a dar masajes japoneses y hacer lámparas de papel en Santalla. Desde entonces han pasado cuatro años, los mismos que Friedrich Bramsteidl lleva ocupándose del mazo de Mazonovo, donde tiene su taller de forja. La última en incorporarse a esta particular familia es la japonesa Keiko Shimizu, quien lleva sólo dos meses en la zona.

Todos se han volcado en un modo de vida diferente, pero no exento de luchas cotidianas. Por eso recuerdan que, pese a lo romántico de su aventura, la artesanía es un campo complicado que requiere esfuerzo para sobrevivir.