El grupo municipal de Izquierda Unida de Gijón acaba de sacar del olvido institucional al jesuita Federico González-Fierro Botas, que se nos fue en junio de 2002 a causa de un accidente de tráfico en el borde oriental de Rusia, un país al que amaba casi tanto como a Asturias.

Izquierda Unida creará un premio literario en asturiano que se denominará «Federico Fierro», o «Fico Fierro», o «Fierro Botas» -tanto monta-, y que apreciará esa entrega total del jesuita con la llingua de su tierra -era ovetense-, y que le condujo a realizar numerosas traducciones al bable en el ámbito literario o eclesiástico.

Fico Fierro fue querido y es recordado por muchos. Además, tenemos la constancia de sus tareas en pro de Asturias. El referido premio con su nombre y un espacio urbano a él dedicado, cosa que también persigue IU en el Natahoyo, parecen un justo pago a lo que Federico había entregado previamente a la comunidad.

Jesús Montes Estrada, «Churruca», escuchó el murmullo ciudadano que recordaba al jesuita y se ha puesto a la labor con su gente. No temo que alguien diga: «Van a instrumentalizar a Fico Fierro». No lo creo. La justicia del reconocimiento es circunstancia que se impone a otras consideraciones.

Supongo también que el Ayuntamiento en pleno se sumará a la iniciativa. Demostrarán sensibilidad y, por otra parte, coronarán un reconocimiento que ya es triple: el de tres jesuitas que entregaron a la ciudad unas tareas y un legado formidables. Hablo del padre José María Patac y su monumental biblioteca asturiana. Hablo del padre Manuel Laínz y su excepcional herbario. Y hablo del legado filológico del padre Federico Fierro. La presente recuperación de éste último sería redonda si se subsanase el olvido de no haberle concedido en su día, aun a título póstumo, una medalla del Principado. A Laínz también le cabrían honores, y Patac los recibió en su momento.

También cabe un premio de síntesis a la Compañía de Jesús. Son sólo ideas.