Algunos se escandalizan ante la magnitud de las cifras: cientos de miles de casos penales sin resolver, atascados, en España. Los Juzgados, atestados de legajos, con una informatización deficiente. Los jueces, incapaces, con sus medios, de hacer frente al maremoto. Los justiciables, en estado de eterna espera. El Consejo General del Poder Judicial, que no acaba de renovarse, aunque su mandato se cumplió hace ya muchos meses. La Audiencia Nacional, en estado de eterna pelea interna. El Supremo, agobiado. El Tribunal Constitucional, desprestigiado al máximo. La imagen de la Justicia es, en España, secularmente mala. No es cosa de este Gobierno, ni de este ministro, Mariano Fernández Bermejo, que, con su desparpajo, hace lo que puede, supongo. Ni de este fiscal general, que yo sigo pensando que es uno de los mejores que han pasado por el cargo, digan lo que digan.

Pero, claro, algo hay que hacer. Por ejemplo, que desde el Consejo del Poder Judicial se intensifiquen las inspecciones, no solamente a los jueces, sino a los funcionarios, que no solamente tienen derechos -contra lo que a veces pudiera parecer-, sino también obligaciones. O, por ejemplo, desde los Consejos de la Abogacía, donde no se depuran suficientemente los casos de esos «carroñeros» que tantas veces entorpecen el funcionamiento de los tribunales. O desde las propias asociaciones judiciales, tan excesivamente politizadas cuando no toca. O desde los medios, cuya complicidad con ciertos jueces «estrella» resulta a veces simplemente escandalosa.

Y, por supuesto, algo hay que hacer desde el Gobierno, algo más que dotar de mejores medios a la Justicia. ¿Quiere usted un ejemplo, entre muchos? Llevar a los Juzgados los delitos de tráfico, tal y como se ha hecho desde la correspondiente Dirección General, ha sido la gota de agua que ha colmado el vaso del colapso. Seguro que podrían haberse arbitrado otros procedimientos «ejemplares», y más justos, para detener la sangría de muertos y heridos en carretera.

Dice el clásico refrán galo: «Cuando la Justicia funciona mal en un país, todo lo demás funciona mal». Y conste que ni siquiera estoy citando casos flagrantes de falta de equidad cuando hay dinero, poder e influencias de por medio.

Pues eso que les digo.