Los tiempos cambian y la forma de comportarse y de denominarse también. Ahora la gente pertenece a grupos o tribus urbanas cuando antes las únicas diferencias o grupos era ser hijo de... o no ser hijo de..., ser fino o ser un poco paleto.

Ahora cada vez aparecen más grupos y cada vez más numerosos. De entre todos estos colectivos o tribus que conforman la sociedad actual hay un grupo formado básicamente por mujeres, que me llama poderosamente la atención por lo numeroso que es, me refiero a las chonis.

La definición de choni es más o menos la de chica a la que le gusta mucho comprar ropa pero dentro de sus limitados recursos económicos; no sabe combinar colores ni modelos; viste minifalda, minishorts y medias brillantes con botas de plástico; aficionada al botellón, a ir a Bershka, a Stradivarius y a los mercadillos. También se las denomina chungas, payas o poligoneras, y algunas series de televisión están haciendo mucho por fomentar esa tribu: el chicle siempre en la boca y, por supuesto, la boca abierta. Su lenguaje es inimaginable y dicen sin rubor que les gustan las «cocretas» y las «almóndigas», si alguna vez leen es sólo la revista «Sorpresa» y el «¡Qué me dices!», llaman a sus amigos-as con un «la» delante: la Mari, la Jenny, la Vane o la Chusa y los estudios los dejaron sin el Graduado Escolar.

El panorama es desolador porque es un colectivo grande pero en los tiempos que corren de lo políticamente correcto nadie se atreve a decir lo que mucha gente está pensando: ¿con una sociedad así dónde vamos a llegar?, ¿con semejante formación a qué se puede aspirar?

La sociedad política dice cosas como que los jóvenes deben identificarse con grupos a los que pertenecer, que debemos dejarlos realizarse en su forma de vestir y expresarse, y series como «Aída» y películas como «Yo soy la Juani» de Bigas Luna hacen lo propio fomentando una forma de vida que no es precisamente lo que a una le gustaría para alguien a quien tuviese en consideración.

En los colegios hacen lo que pueden, que no es poco, pero en los hogares, desde donde realmente parte la educación, en muchos casos, ni está ni se la espera. Realmente la peor parte se la llevarán esas chicas jóvenes de la «almóndiga» y la «cocreta» porque en la sociedad competitiva que tenemos, donde con gran formación es a veces difícil salir adelante, nadie les ha dicho que ese no es el camino pero, ya saben, la sociedad dice no a los dirigismos.

¡Ah, se me olvidaba!, el masculino de la choni es el cani, lo mismo pero en tío.

A todas y todos, buena suerte.