Que la segunda reunión que los grupos políticos del Ayuntamiento de Gijón haya estado dedicada al grave problema que la ciudad tiene planteado con la ausencia de un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) es, sin duda, una buena noticia y un índice esperanzador sobre los planes que tienen los seis partidos con representación en el pleno, unos planes que no pueden ser otros que ir configurando cionsensos sin los cuales el municipio será poco menos que ingobernable.

El primer gran consenso necesario en Gijón es el referido al Plan General, suspendido por los tribunales y metido en un callejón sin salida que puede llevar al Ayuntamiento a tener que afrontar millonarias indemnizaciones a quienes se sienten perjudicados por la suspensión del anterior Plan y que han llevado sus reclamaciones a los juzgados. El optimismo que, según los representantes del gobierno, trasladan los funcionarios municipales en el sentido de que las demandas no prosperarán si se tienen en cuenta casos similares sucedidos en otras ciudades.

Lo que está claro y nadie discute es que el urbanismo gijonés no puede seguir paralizado porque provoca graves daños en el sector de la construcción y, por tanto, en el empleo de Gijón. Días atrás el presidente de la Confederación Asturiana de la Construcción, Serafín Abilio Martínez, acusó al Gobierno del Principado de ser el culpable de la destrucción de ocho mil empleos en el sector. Nadie se atreve a decir cuántos empleos ha costado a Gijón la ausencia de un PGO porque a esa circunstancia se une la crisis que se está viviendo todavía, aunque los indicadores anuncien una salida a la misma.

Los resultados de las pasadas elecciones en Gijón han provocado que los partidos se vean obligados a alcanzar grandes pactos para resolver las grandes cuestiones locales, una de ellas el urbanismo del presente y del futuro. la reunión de anteayer en la que los partidos dieron el paso de seguir con la tramitación del PGO iniciada por el gobierno local de la forista Carmen Moriyón es un paso esperanzador que, no obstante, ha de ser refrendado por otros pasos. Nadie se cree que el consenso va a ser fácil porque a lo largo del proceso saltarán los intentos de desgastar al débil gobierno de Foro y las rivalidades entre los partidos de la izquierda local, incapaces, como se vio en el pleno de investidura, de llegar a acuerdos. Pese a ello los representantes políticos gijoneses han de tener claro que el urbanismo no puede estar paralizado durante otros cuatros años. La construcción no aguantará esa situación, aunque siga creciendo el mercado de la rehabilitación de edificios pese a que la falta de gestión municipal con las subvenciones está ralentizado numerosos proyectos.

El consenso político se ha de reforzar con los consiguientes acuerdos con vecinos y propietarios que eviten nuevos procesos judiciales que conviertan la aprobación del PGO de Gijón en una misión imposible. El urbanismo del ordeno y mando ha quedado muy atrás, como lo prueba la situación actual de la que ha de ser un proyecto de ciudad para muchas décadas, un proyecto diseñado por técnicos de plena solvencia y aprobado por el conjunto de las fuerzas políticas locales que se han encontrado con un panorama en el que no caben otros pasos que los de la negociación y el acuerdo.