Futuro Europa

Otro año, otro gabinete de crisis

Balance de un 2022 iniciado con una esperanza truncada al poco con la invasión rusa a Ucrania

2022

2022

Susana Solís

Susana Solís

Es ya un clásico navideño. Con el final de año llegan las listas y los balances. Es muy humano echar la vista atrás para ver errores y aciertos y, aunque el cambio de dígito sea más bien simbólico, el repaso de los doce últimos meses es inevitable. Lo pensé durante el último pleno del año en el Parlamento Europeo, celebrado hace apenas dos semanas en Estrasburgo. Con la nieve cayendo sobre la ciudad reflexioné sobre el contraste de la bonita postal navideña con lo urgente del momento. No en vano este último mes la Eurocámara ha estado envuelta en su mayor crisis institucional, algo de lo que ya hablé en mi último artículo aquí.

Pero arranquemos por el principio. 2022 comenzó con la esperanza de ver la luz al final del túnel de la pandemia. Un alivio que se empezaba a traducir en normalidad social y mejores perspectivas para la economía. Sin embargo, apenas dos meses después, Putin invadió Ucrania y la tormenta perfecta volvió a asomarse sobre la estabilidad global: una guerra a las puertas de Europa sin una verdadera unión de defensa, el precio del gas por los aires, buques con grano retenidos en los puertos ucranianos y cadenas de valor que volvían a sufrir unos retrasos insoportables.

Hoy pienso en el contraste con otros años. Y es que hace unos meses me invitaron a cerrar el acto de graduación de Next Educación, una escuela de posgrado con numerosos alumnos de América Latina. A ellos me dirigí para tratar de explicar la UE en apenas un cuarto de hora. Lo hice hablando de cómo las crisis habían definido sobre la legislatura que me estaba tocando vivir en Bruselas. Tres años marcados por el Brexit, la pandemia y Ucrania.

Mirando el tablero con perspectiva y atendiendo a las oportunidades en el panorama global, es fácil concluir que la crisis energética tiene mucho que ver con el futuro de Asturias. Si nos queremos desconectar de Rusia, apostar por la energía renovable y ser pioneros en hidrógeno verde, el Principado debe tener un papel protagonista. No solo por razones medioambientales y para abaratar las facturas tan elevadas que deben pagar las familias, sino para recuperar la pujanza de nuestra industria, cada vez más amenazada por una competencia ajena a la urgencia climática que Europa, con cabeza, ha decidido poner al frente de su agenda.

Pero no podemos ser los únicos. Por eso, estoy muy contenta de que 2022 haya servido para cerrar el mecanismo de ajuste en frontera, ese arancel medioambiental que tanto venía demandando la industria asturiana. Esperemos que finalmente sirva para que Marruecos, China e India empiecen a jugar con las mismas reglas que nosotros.

El año que entra tiene que ser el año en el que los planes de descarbonización se asienten: en el que las grandes multinacionales comiencen a ejecutar sus ambiciosos proyectos verdes, sí, pero también el año en el que las pymes empiecen a ver en qué se materializan los fondos de Recuperación y el plan de Transición Justa. Pasar de las palabras y el papel a las inversiones y oportunidades concretas para todos nuestros autónomos y pequeños empresarios necesitan.

2023 es también la gran oportunidad de que España muestre su capacidad de unidad para exponer que tenemos una forma distinta de trabajar a la de Francia, Alemania, Suecia o Polonia, y que somos capaces de ser un nexo de unión entre todos. Por fin llega el turno de España para tomar la presidencia del Consejo en julio de 2023; espero realmente que esta oportunidad no se desaproveche como se hizo en plena crisis financiera, allá por 2010.

En mi ponencia de la graduación cité tres crisis porque, obviamente, era ajena a la que estaba a punto de llegar. El Qatargate y la detención de la vicepresidenta del Parlamento Europeo, Eva Kaili, fue un duro golpe a la confianza y honorabilidad de esta cámara, con las noticias de sobornos a cargos públicos de distinta índole, y fue un serio toque de atención para la institución. No todas las manzanas están podridas en la Eurocámara, y solo han azuzado esta imagen los enemigos de Europa y los populistas, conscientes de que una UE fragmentada beneficia sus proyectos. Pero atención: si no estamos dispuestos a tomar medidas para aumentar la transparencia y la rendición de cuentas, nos condenamos a la desafección y la desconfianza del ciudadano. No permitiremos que eso ocurra.

¿Estamos destinados a vivir en un gabinete de crisis perpetuo? Quiero creer que no. El contexto geopolítico es convulso, aunque no podemos dejar de aspirar por ello a la estabilidad y a una prosperidad sostenida tanto en Europa como en el resto del planeta. Pero si algo nos ha enseñado este año es que los deseos no pueden confundirse con el análisis y la actuación. Si caemos en la complacencia, la UE se paralizará en un momento en lo que lo único claro es que la determinación y la lucha por defender nuestros valores son más necesarias que nunca. La próxima crisis está aún por llegar, eso lo debemos tener claro. Pero capear el temporal con la mente puesta en los cimientos de la próxima década debe ser la hoja de ruta que nos guíe otro año más, otro gabinete de crisis más.

Feliz 2023 a todos.

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