Más allá de los corredores

La necesidad de aprovechar los fondos Next Generation para el desarrollo empresarial de la fachada atlántica

Abel Veiga

Abel Veiga

Vertebrar regiones, saber aprovechar las oportunidades, trazar retos y, sobre todo, saber y poder llevarlos a cabo no solo es estratégico, sino neurálgico para regiones que pueden perder el pulso en lo industrial, que son envejecidas, desiguales, que sufren una despoblación en lo rural galopante y que han de articular medias y soluciones de impacto y viabilidad a un tejido empresarial e industrial potente, dinámico, renovador y cada vez más tecnologizado. Hoy se habla de nuevo de corredores. Del Mediterráneo y el sancta sanctorum del hidrógeno entre Francia y España y al que se suma Alemania. Tenemos empresas, fabricamos, tenemos puertos, importamos y exportamos, tenemos un ferrocarril que puede mover millones de toneladas y hacerlo a un coste más eficiente y sostenible en todos los sentidos. Somos un frente Eurorregión.

Se habló hasta la saciedad de la Autopista del mar en un claro intento de descongestionar las conexiones por carretera entre los distintos estados miembros de la Unión Europea, y en la que se conecta Galicia con puertos como Nantes, Tánger, Zeebrugge y pronto Liverpool. Y en la que el transporte marítimo de mercancías es la pieza clave de la ecuación. Un ferrocarril potente para toda la eurorregión del Noroeste es vital.

O somos competitivos, o somos dinámicos y atraemos talento, inversión y posicionamiento, o los trenes pasarán

El potencial es enorme. Galicia, Asturias y Castilla León, pero se nos olvida de la ecuación o del puzzle una pieza esencial, Portugal, el norte de Portugal. Galicia tiene cinco grandes puertos, y su Zona Franca. Y más de un centenar de pequeños puertos pesqueros. Cada uno de los cinco tiene su tráfico y sus mercancías, otra cuestión son las conexiones óptimas terrestres y ferroviarias. Pero conviene no olvidarse de otro gran puerto que además ha iniciado una ambiciosísima reforma de expansión y crecimiento, Leixões, con veinte millones de toneladas al año. Costa, el primer ministro, ha dado un gran paso al apostar por la conexión ferroviaria de altas prestaciones entre Lisboa y Galicia. Ahí está el trabajo de décadas del Eixo Atlántico.

Seríamos ciegos y sordos si no se aprovecha e impulsa esta oportunidad a la que deberían además unirse alguna otra comunidad autónoma, como por ejemplo Extremadura, Cantabria y País Vasco. El Corredor puede y debería convertirse en la columna vertebral del desarrollo e impulso empresarial de la fachada atlántica de nuestra península, ya no solo país. O somos competitivos, o somos dinámicos y atraemos talento, inversión y posicionamiento, o los trenes pasarán. Vertebrar un país no puede hacerse, como siempre se ha hecho, desde la industrialización en dos o tres regiones en el norte en el siglo XIX y XX a costa de las demás que solo proveían mano de obra. De los errores se aprende. Se debe aprender. El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia financiado con los fondos Next Generation cuenta con una dotación de más de 6.600 millones de euros de los que casi la mitad están destinados a los corredores Atlántico y Mediterráneo. De momento nada de todo esto se ha traducido en presupuestos para el Atlántico. Dejemos al margen la estrategia del Gobierno de España ferroviaria y las estimaciones de inversión a seis años que rondarían los 25.000 millones.

Es hora de construir, de sumar, de vertebrar y articular, no de ideologizar ni caer en demagogias. De hacer frentes y propuestas comunes.

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