No se te ocurra leerlo

Homenaje a Roald Dahl

Paco Abril

Paco Abril

Hay bastantes madres como la de Billy, el protagonista del cuento de Roald Dahl titulado "Los mimpins", que se pasan la vida repitiendo lo que se puede y no se puede hacer. Lo que ellas permiten suele ser aburridísimo y lo que no, lo que prohíben, ¡ay!, suele ser muy muy apetecible.

Billy vive cerca de un gran bosque, y lo que más le gustaría es salir a explorarlo, cosa que su madre le ha prohibido. Le ha asegurado que en ese bosque viven los seres más terribles del mundo. Y, aunque Billy es un niño obediente, un día se escapa por la ventana, se adentra entre los árboles y vive una peligrosa aventura.

Por eso, si una madre parecida a la de Billy viera este libro, seguro que diría de inmediato: "¡No se te ocurra leerlo!".

Imagínate que tú eres ese niño o esa niña y que te llamas, pongamos, Juan o Ana, que tienes 7 años y que, ante tal prohibición, le preguntas a tu madre:

–Pero, mamá, ¿no es este un libro para niños?

–Bueno, no estoy segura.

–¿Por qué no estás segura, mamá?

–Porque trata de un niño que desobedece a su madre, se escapa de casa y se va a un bosque al que ella le había prohibido ir.

–¿Y qué le pasó, mamá?

–Pues que estuvo a punto de ser devorado por un animal terrible y sanguinario.

–¿Un lobo, mamá?

–No, no, qué va, mucho peor que un lobo.

–¿Qué animal es ese mucho peor?

–Pues un chupasangres-arrancadientes-mascapedruscos-escupijante.

–¡Mamá, eso no existe!

–Conque no existe, ¿eh? Tú desobedéceme, como hizo el niño de esta historia, y verás cómo bien pronto te encontrarás con él.

Entonces, a ti, aunque se te hiele la sangre en las venas, se te encenderá una bombillita en la cabeza.

–Pero dijiste que estuvo a punto de ser comido, o sea, que no se lo comió, ¿qué pasó, mamá?

–Pasó que se salvó por los pelos, cuando el escupijante estaba a punto de tragárselo.

–¿Cómo se salvó, mamá?

–Se salvó gracias a que lo ayudaron los mimpins.

–¿Los mimpins? ¿Qué son los mimpins?

–Son unos seres muy especiales. Tienen el tamaño de una pinza de la ropa… pero ya está bien de preguntas. Te he dicho que no debes leer ese libro y si te sigo respondiendo voy a acabar contándotelo entero. Ahora vete a dormir, que ya es muy tarde.

–Por favor, mamá, déjame leer un poco de ese libro, solo un poco, tres páginas nada más, y luego voy corriendo a la cama, ¿vale?

Y tu madre, como casi todas las madres, no se resistirá a tu petición y cederá. Y tú cogerás el libro entre tus manos y empezarás a adentrarte en el bosque de sus páginas prohibidas, aunque solo sean tres, qué pena, nada más que tres y… a dormir.

Y a la mañana siguiente, en el desayuno, tu madre, como todos los días, te volverá a recitar la retahíla de lo que no debes hacer: "No te manches, no vayas corriendo por la calle, no te entretengas, no…".

Y tú, para cambiar de tema, le dirás con voz angelical:

–Mamá, ¿quieres que devuelva el libro a la biblioteca?

–Ni hablar, ya lo haré yo. Tú no resistirías la tentación de leerlo. Y espabila que vas a llegar tarde. Y prométeme que me obedecerás.

Y tú se lo prometes, por supuesto. Luego, bajando la voz, le dirás: "Solo volaré por entre las ramas sobre dos alas de nieve".

Ella no entenderá nada, porque le has largado una frase de "Los mimpins" que te quedó grabada en la memoria cuando leíste ayer el libro a escondidas, mientras tu madre dormía. Y no te arrepientes de ello.

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